Melchor, Gaspar y Baltasar se dieron un baño de masas en Noreña, donde pasaron toda la jornada. Como es tradición, los Reyes Magos llegaron en tren al apeadero y en el exterior cientos de niños y niñas los esperaban para saludarles y hacer fotografías. La alcaldesa, Amparo Antuña, ejerció de anfitriona a pie de andén y los acompañó hasta el Ayuntamiento para entregarles la llave mágica de la villa condal.
Ya por la tarde, puntual, la Cabalgata recorrió las calles de la localidad en una de las citas más multitudinarias que se recuerdan, con miles de personas que no quisieron perder detalle de la puesta en escena organizada por la Concejalía de Festejos. Entre el séquito que acompañó a las carrozas de Melchor, Gaspar y Baltasar, formado por más de 150 personas, estuvieron presentes una charanga, la Banda de Gaites Villa y Condáu, la Banda de Música y el Bandín, romanos, egipcios, pajes, portadores de antorchas, el Príncipe de Aliatar y un espectáculo de fuego que abrió la comitiva y que hizo las delicias de grandes y pequeños. Como cierre, un tren que a lo largo de la jornada también ofreció viajes gratuitos por las calles de Noreña. «Es la Cabalgata de toda la vida y por eso es la mejor, se nota que está hecha con mucho cariño», comentaba un grupo de amigas que acudió con sus hijas. «Además, aquí sí hay caramelos», añadía entre risas otra mujer, en referencia a que en Siero no se repartieron durante los desfiles de La Pola y Lugones.
Este año, debido a las obras en la calle Nueva, la comitiva varió ligeramente el recorrido, lo que no afectó al desarrollo del desfile ni impidió que la ilusión fuera la protagonista. La Cabalgata finalizó en los jardines del Ayuntamiento, donde Melchor, Gaspar y Baltasar recibieron a todos los pequeños antes de dirigirse a repartir los regalos.
