SOCIEDAD

Fallece la presidenta del Centro Asturiano de La Habana María A. Amelia Marcos Alonso

Nació en Beceña (Cangas de Onís) en 1930

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Asturianos en el Exterior

El pasado viernes 31 fallecía en su casa de La Habana Maria Antonia Amelia Marcos Alonso, presidenta de la Federación de Comunidades Asturianas de Cuba (organismo heredero del antiguo Centro Asturiano de La Habana), cargo que venía ostentando desde el año 2010. María Antonio Amelia Marcos Alonso nació en Beceña (Cangas de Onís) en 1930.

Con su muerte se pierde uno de los últimos eslabones de la comunidad asturiana en la isla caribeña y el trabajo de una incansable luchadora por mantener viva la identidad y la cultura de nuestra tierra y de la cada vez más menguada población emigrante en Cuba.

Según el trabajo realizado por la historiadora Belén Menéndez, y publicado bajo el título "Asturias-Cuba. Los que se quedaron", en el año 2010 quedaban en Cuba 256 emigrantes de primera generación nacidos en Asturias. Sin duda ese trabajo es la "foto finish" de una historia humana de muchas generaciones de asturianos que apostaron por la perla del Caribe como lugar donde intentar cumplir sus anhelos de prosperidad, o bien dónde encontrar el refugio de paz y seguridad que los librara del servicio militar o de la guerra con Marruecos primero y posteriormente de la guerra civil.

Este puñado de supervivientes de la última generación nacida en el Principado no llega hoy, tan solo 7 años después, al centenar, y la Federación de Comunidades Asturianas de Cuba es el chaleco salvavidas al que todos se sujetan como última esperanza de mantener vivos sus recuerdos y sus vínculos con la tierra que les vio nacer. Y al frente del timón de esa nave a la deriva se mantuvo durante estos últimos siete años la canguesa Amelia marcos.

Hija menor de una familia de cuatro hermanos y huérfana de padre, la familia consideró que en Cuba podía tener un futuro más esperanzador que el que podía haber en la Asturias de aquella época. Por eso, y con tan solo cinco años, cruzó el Atlántico de la mano de su tío paterno asentado ya en la isla. A bordo del buque "Cristóbal Colón" salió del Musel en 1935 y en La Habana pasó el resto de su vida.

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La vida de Amelia es un fiel reflejo de la dureza de la emigración (de aquella época pero también de todos los tiempos), pues le tocó vivir el éxito y el esplendor de la vida acomodada cubana de los años 50 pero también la dureza de la revolución, la pérdida de todas sus posesiones y las privaciones de la dictadura castrista, todo ello marcado por una constante: la separación de su familia y tener el corazón dividido entre las dos partes del océano.

Tras la revolución la familia le brindó la opción de volver a Asturias pero ella, al igual que muchos otros emigrantes, decidió quedarse en su patria de acogida aunque las condiciones no fuesen las mejores, quizá con la esperanza de que algún día la situación cambiase o porque ya no se podía plantear comenzar otra vida aquí. Los últimos años de su vida volcó toda su energía en mantener viva la unión entre los asturianos aglutinados en esa Federación de Comunidades Asturianas de Cuba (integrada por 37 colectivos menores), organizando actividades de cultura asturiana como el mantenimiento de la banda de gaitas o el grupo de bailes, cursos, jornadas, etc. y el sestenimiento de la obra de beneficencia de ayuda mutua entre todos los asturianos, verdadero origen del Centro Asturiano allá por el S.XIX.

Esta organización está considerada hoy día la más importante de todas las extranjeras existentes en Cuba, entre otras cosas por haber sido capaces, tras la nacionalización de los años 60, de mantenerse unidos y luchar por hacerse con un local social, que sin contar con el esplendor del antiguo Centro Asturiano, es el mejor de la ciudad de La Habana. Gracias a las gestiones realizadas por el entonces Presidente del Principado Antonio Trevín, como a Amelia le gustaba recordar y reconocer, hoy día disfrutan en cesión de un edificio completo (el antiguo casino alemán) en el emblemático Paseo del Prado (a tan solo una manzana de distancia del histórico Centro Asturiano, convertido por la revolución en Museo Nacional de Bellas Artes), y dentro de ese edificio han sabido aprovechar la oportunidad que ofrece la apertura económica manteniendo abiertos tres restaurantes, un bar de comida rápida y un bar de copas, actividad que es el principal soporte económico de la sociedad.

El último reposo de los asturianos en la ciudad de La Habana es el Cementerio Colón donde la Sociedad Asturiana de Beneficiencia cuenta con un monumental panteón en uno de los lugares de privilegio del camposanto. Pero además de este pabellón común otras 37 sociedades menores cuentan con panteones reflejo del localismo asturiano. Uno de ellos es el de los naturales de "Cangas de Onís, Amieva y Parres", pero los hay de concejos o agrupaciones de concejos desde Occidente a Oriente, desde Vegadeo a Ribadedeva. Amelia, para su último descanso escogió el panteón de los hijos de Allande para estar al lado de su esposo José García Peral.

Por su dedicación al trabajo el gobierno cubano le concedió la "Distinción Fernando Chernard" y por su dedicación a los emigrantes tanto asturianos como españoles ha recibido numerosos reconocimientos y distinciones como el diploma al emigrante distinguido concedido por el Consejo de Emigrantes Españoles o los reconocimientos Gaspar Melchor de Jovellanos y el Miguel de Cervantes otorgados por la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba.

 

 

 

 

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