"Como oro en paño" así se titula el libro del periodista y cineasta de Arenas de Cabrales

El de Alberto Pardo, el libro que deben tener todos los Cabraliegos

alberto-pardo
photo_camera Alberto Pardo

Mi olor preferido: el de los periódicos recién salidos de la rotativa. Papel y tinta

Mi sabor preferido: la fresa

Mi canción preferida: Let it Be.

Bien.., dirá usted amadísimo parroquiano. ¿Este Borja ya chochea? Puede ser, pero hoy escribo del libro de un compañero de profesión (lo de colega no me gusta como suena) y una excelente persona. Nos conocemos hace décadas, cuando él era maestro de las ondas, aunque algunos que creían saber más y no se daban cuenta de su calidad profesional. Escribe y describe como los ángeles, es hombre de cine y guiones.

Disecciona con una habilidad propia de las gentes del cine, cada barrio de Arenas de Cabrales y a todas las personas que componen su extensa familia. Ya de paso y, a través de sus amigos, las de todo el pueblo.

En su libro “COMO ORO EN PAÑO” cuenta  y describe la infancia de cientos de miles de gentes que hoy peinamos muchas canas, algunos menos que otros, tomando por lugar de acción su Cabrales del Alma. El libro es tan excepcional, que el Cabraliego que no lea, torpe será. Mira que uno tiene la buena costumbre de leer y no poco. Pero este libro de Alberto Pardo es tan bueno, me gustó tantísimo, que me hizo volver a dar a la tecla en la página  tres de EL FIELATO, lugar especial hace años para mi y que ahora solo lo utilizo rara vez. Solo cuando el asunto merece la pena ser escrito en papel prensa y para que lo puedan leer miles de personas. Que coño: para eso creé este Su Periódico EL FIELATO. Para aficionar al personal a la buena costumbre de leer. Y eso doy fe que lo logré y, con mucha más intensidad de la pensada. Hala, que me pierdo y vuelvo al motivo de este Ex Director.

Hace un par de días el señor Peruyera, director de EL FIELATO, me regaló el libro de Pardo. Le eché un vistazo por alto y me encantó.

Supo Alberto intercalar muchas fotografías para no escribir un “ladrillo” que no invitara a leer. Como es hombre del cine, construyó varios guiones no muy largos, para que las personas no aficionadas a leer lo quisieran mirar. En una palabra: muy sencillo de leer.

La trama es la de sus vivencias de niño junto a sus familiares y amigos.

Narra en él sus correrías; la escuela con el “Maestrón”, casado con la hija del boticario, que manejaba con habilidad la vara de ablanu y que calzaba al menos unos zapatos del número 50, como poco.

Nos explica en el libro lo que significa un pueblo pequeño, alejado de la capital y con largas y numerosas familias, muchas de ellas emigrantes por Europa. Describe con habilidad inusitada, sus juegos a las canicas o al receto. En este, nos demuestra que los niños con chirucas, corrían como liebres. El cine ya ocupaba un lugar especial en el niño Alberto Pardo. El Ateneo era el cine. También que a Sonia le costó mucho sacarla a bailar en la fiesta de Poo de Cabrales.

Del fútbol no escribo, porque ni me gusta, ni entiendo cómo se puede jugar con un trozo de cuero y gastar unas chirucas de tanto darle patadas.

Disecciona con una habilidad propia de las gentes del cine, cada barrio de Arenas de Cabrales y a todas las personas que componen su extensa familia. Ya de paso y, a través de sus amigos, las de todo el pueblo.

Ahora entiendo yo cuando nada le gustó el contenido de un anuncio que hice en EL FIELATO, “Cabrales: No Solo Tenemos Queso”. Claro que no, pero amigo Alberto, yo ni soy ni era de aquí. Vine a “pagar” EL FIELATO, que era aquella aduana entre pueblos de los años 50 del pasado siglo. Y hoy, a pesar de no tener garitu ni Fielateru, sigue existiendo.

No lo ves: los de Arenas y los de Carreña. Ambos son Cabraliegos, pero con matices. Así nos va. Diecisiete autonomías tiene España, donde cada juez legisla a su bola (Covid); donde los impuestos no son iguales; ni la sanidad, ni na de ná. Encima dentro de las 17 unas tienen mucho más, aunque sea a base de quitárselo a otros sin orden ni concierto. Así le va a Asturias ––un barrio pequeño de Madrid––  que durante décadas estuvo dirigido por diferentes lumbreras, nunca por los mejores. Así nos va.