Sin meter ruido, se nos fue Pepe, el del Instituto

Cangas despidió a Pepe, el del Instituto

 

 

 

 

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photo_camera Pepe (d.) con Emilio Tamargo.

Sin meter ruido, se nos fue Pepe, el del Instituto. José Luis Diego se había ganado la amistad de muchos jóvenes cangueses y de los concejos de los alrededores que acudían a estudiar al Instituto, donde él los atendía para hacerles todo tipo de papeleos burocráticos. Entre solicitud de una beca y facilitar un certificado, Pepe se interesaba por el entorno familiar de los chavales. Sabía cuantas vacas tenían en la casería, si había habido buena matanza o cómo se llamaban padres, abuelos y vecinos de cualquiera de las aldeas de la zona. Si además le regalaban algún chorizu caseru, él, encantáu.

Sus últimos años los pasó en el Hogar Camila Beceña donde encontró una nueva familia, aunque la suya le acompañó a diario.

Pepe era esa silueta, robusta y alegre que iba en bicicleta al trabajo todos los días. Pepe era la eterna compañía de sus hermanos, el profesor Don Celso y el abogado Don Arcadio, un trío que formaba parte del paisaje cangués. Desinteresado en lo material, cultivaba amigos como otros coleccionan antigüedades, lo que él también hacía, aunque su pasión fue siempre la familia y su nieta Paula, que había seguido la tradición familiar al dedicarse a la enseñanza. Sus últimos años los pasó en el Hogar Camila Beceña donde encontró una nueva familia, aunque la suya le acompañó a diario. Allí recibió el cariño y la profesionalidad de las religiosas responsables de la institución y de un puñado de trabajadores, casi todas mujeres, que hicieron que su último y largo tramo vital fuera más llevadero.

El domingo fue despedido por el pueblo cangués y por muchos vecinos de otros concejos. El Coro Peña Santa, en la misa de despedida, sabedor de su amor por los Lagos de Covadonga, le dedicó con emoción el cántico “Dios del Cielo, Señor de las cimas, Santa María, Señora de las nieves”. Llevaba varios años lejos de las calles que le vieron circular e ir al Café Colón o al Ventura a tomar un vinín con sus amigos, pero Cangas no se había olvidado de este hombre bueno, Pepe el del Instituto.

Por Carlos Tejo

Pepe, con su hermano Don Celso y Antonín, en una muestra de artesanía en Cangas.