Entre las fuentes del Sella, Sajambre

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photo_camera Escuela de Ribota.

Sajambre

Quizá venga con la  vuelta a la normalidad” la ocasión de viajar al interior de uno mismo o de su paisaje, y los kilómetros de autopista, aeropuertos y larga distancia queden sustituidos por el turismo de proximidad, qué palabras más extrañas para lo que en realidad es percatarse de lo que uno tiene a su alrededor.

El concejo de Sajambre es un galeón sumergido en el tiempo, atestado de tesoros patrimoniales que emergen en el hayedo como catedrales de la Amazonia. A la salida de Los Beyos, rampando las primeras cuestas de León, hay un pueblo al pie del Niajo que se llama Ribota. Tiene una escuela primorosamente restaurada que surge como una aparición, sin rapaces, sin maestros, sin gente que pueda desempeñar en ella daqué.

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La Báscula, Oseja.

Todo el caserío de Ribota sorprende por la nobleza de su cantería, por los espléndidos corredores al sur y por volúmenes tan insospechados en la moderada aldea. Algunas quintas sonrojan a la construcción de hoy, mucho más comedida, pues la envergadura de aquellas casas, su pretensión, responde a la renta de los indianos, y a ese impulso de importar hasta el suelo materno el triunfo en la emigración. Como si jamás se hubiese perdonado la partida…como si se quisiese, con sillares y palmas, con el solaz de las antojanas y con la réplica tropical del calor en las galerías, restañar la herida del desarraigo. El de la ida y el de la vuelta, que no dejan de ser el mismo, pues el emigrante tiene dos patrias y ambas ausentes.

En el conjunto de La Fonseya, con la humildad de las joyas inadvertidas, se encuentra el “Proyecto Raíces”, que esconde un inmenso valor

En Oseja hay patrimonio para dar y tomar. Atropelladamente, por las nevadas del invierno pasado y la primavera Covid, el Centro de Interpretación de La Fonseya logró arrancar. De arquitectura exterior discutible, y con un interior propio de los Grandes Almacenes de los 60, cuenta en cambio con un contenido valioso estampado en las paredes. La información que se acopia en los afiches es esencial, pero lo es sobretodo por el recorrido acompañado de conocedores. Sin guías que ayuden a interpretar por dónde corre la veta del patrimonio, la cuidada información aparece como en esos percheros abarrotados de prendas que sólo cobran vistosidad cuando alguien las pone. Los guías que aman la tierra y el oficio son los únicos maestros que conseguirán luz en el trampantojo gráfico.

Quizá la de “España vacía” no sea la expresión adecuada para todo esto; más bien, una casta política “vacía de ideas” y campante sobre una sociedad sin iniciativa, sea la principal responsable de la crisis de Sajambre

En el conjunto de La Fonseya, con la humildad de las joyas inadvertidas, se encuentra el “Proyecto Raíces”, que esconde un inmenso valor. Un pequeño video-documento revela las horas y los días en que los sajambriegos, en sextaferia cultural, pusieron en seco las piezas más valiosas del naufragio. En medio del repliegue demográfico, los mayores de Sajambre se reunieron a la luz del invierno para decantar el inmenso patrimonio que se esfuma, camino de la desmemoria. Aquí, “rara avis”, el Parque Nacional de Los Picos de Europa ha acertado en patrocinar el rescate; y Josefina, mujer con mando y teniente de alcalde, aparece en el video no para inaugurarlo o para salpicarse de honores, como suelen hacer los políticos al uso, sino labrando la memoria en común con sus paisanos. Y eso, unido a los trabajadores del Parque haciendo “concejo”, son dos verdaderos milagros institucionales sobre la región.

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Lámina didáctica sobre la tuberculosis, 1907. Museo-Escuela Félix de Martino. Soto de Sajambre.

Pero la joya de la corona (para vergüenza de la pedagogía boba de hoy) está en Soto, un pueblo a 930 metros de altitud: la Escuela promovida por Félix de Martino, construida solidariamente por “los 300” de aquel Sajambre y con el maestro babiano Leonardo Barriada, dando vida y lección en ella hasta su retiro. La primorosa Escuela luce hoy como museo, con el Jardín Botánico, la Fábrica de Luz y el molino que fueron producto de la misma intención. Vivía Sajambre en pleno y la sinergia comunal protagonizaba los días, conducida por el bien común. Todo su patrimonio da muestras calladas de aquel empuje, como La Báscula, o El Toril de Concejo, o como el rosario de fuentes cuidadas que manan a lo natural, puestos a poner ejemplos de fuerza y de vida.

Quizá la de “España vacía” no sea la expresión adecuada para todo esto; más bien, una casta política “vacía de ideas” y campante sobre una sociedad sin iniciativa, sea la principal responsable de la crisis de Sajambre. Allí y a la espera, los últimos vecinos, el panadero, la farmacia, dos bares, el Centro Médico, sus concejales, los ganaderos -que no falten- y un equipo de guardas identificados con la tierra protegida, resisten el asilvestramiento que los ignorantes confunden con la ley natural.

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El Toril de Concejo, Oseja.