«En los pueblos vivimos bajo la dictadura de los ganaderos»

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photo_camera Omar con sus gansas, Juana y Lola.

La dictadura de los ganaderos

Omar Martínez Fontán es ponguetu y hombre de mundo. Con 19 años se plantó en Alemania, detrás de una novia que había conocido en Mallorca, y que cuando llegó «como era obvio –recuerda–, me dijo que lo nuestro había sido muy bonito, pero que ella tenía su vida...». El de Sobrefoz nos lo cuenta a la orilla del Sella, en Sotu Degu (Parres), donde vive desde hace unos meses, junto a dos gansas, Lola y Juana, y media docena de gallines.

Omar, de culo inquietu toda la vida y aún hoy con 71 años, cambió su Ponga natal por una casina cerca de Cangues, «por comodidad, para que nos vamos a engañar, aquí estas cerca de todo y hasta encuentras con quien charlar», algo que en Sobrefoz ya no encontraba. «En los pueblos vivimos la dictadura de los ganaderos», asegura, «son los dueños y señores de lo suyo y de lo de los demás, porque los que no somos ganaderos no pintamos», abunda en su reflexión.

Es una pena que la Casería de Ventaniella esté como está: abandonada y destrozada, porque las obras que hicieron allí la convirtieron en un mesón castellanu.

Omar, hijo de republicano separáu, a quien le conmutaron la pena de muerte, estudió en el Colegio Loyola de Oviedo, por el empeño de una tía, que desde América pagaba sus estudios y los de sus hermanas, «y mira tú que currículum tenía para un colegio religioso en aquellos años de dictadura». Ponga siempre ha sido un referente en su vida y la patria chica a la que volver: primero desde Alemania, donde vivió cinco años; después desde Barcelona, desde donde regresó para abrir en Sobrefoz el primer pub rural en muchos kilómetros a la redonda, “El 17” (Lo de Omar); más tarde desde Suiza, donde también se ennovió y estuvo dos «muy buenos años». En Suiza descubrió como era la Asturias en la que él se había criáu «y que ya nunca volvió a ser, porque la impoluta Suiza poco tiene que ver con la Asturias de matorrales, de praos abandonados...». Otro ejemplo que pone es el de la Casería de Ventaniella, propiedad de la Parroquia Rural de Sobrefoz, y que él regento en dos etapas, durante ocho años, «es una pena que esté como está, abandonada y destrozada, porque las obras que hicieron allí la convirtieron en un mesón castellanu».

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En Sotu se entretiene haciendo trabajos de cuero, una artesanía que se le da muy bien y que completa esa imagen que siempre ha tenido de personaje cosmopolita, calzando chanclos y despachando cubalibres en un garitu entre hórreos y cuadres de vaques.