El arte de hacer tayuelos se cultiva en Gamonéu de Onís

Tayuelos made in Gamonéu

El arte de fabricar tayuelos, los tradicionales taburetes de tres patas asturianos, se mantiene vivo en Gamonéu de Onís gracias al vecino Miguel Ángel Suero Suero. Con un tronco de madera y mucha mañana el oniense es capaz de diseñar banquetas de casi todas las formas y tamaños. Lo hace para matar las horas muertas que le deja su recién estrenada jubilación, con una técnica simple pero eficaz: de paseo por el monte ojea algún tronco que le gusta, lo transporta hasta delante de su casa y allí, con la única ayuda de una azuela (hacha de pequeñas dimensiones) da forma al mueble, que tiene listo en un par de días.

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Suero realizó sus primeros diseños en la majada de Belbín,  donde su abuelo tenía una cabaña y donde desde pequeño pasaba los veranos al cuidado de cabras, ovejas y vacas. Y es que la falta de una figura paterna hizo que desde edad temprana la responsabilidad de mantener a la familia recayera sobre sus hombros. «En el puertu no hay supermercado, si necesitas utensilios como una presuga, una jarra o una cuchara tienes que fabricalos», resume. Allí, de forma autodidacta y «un poco por necesidad», cuenta que empezó a trabajar todo tipo de maderas siendo niño.  «Dime cuenta que tenía algo de maña porque un día, siendo yo rapaz, pasó por Belbín Manolín el veterinariu de Cangues y paró a ver cómo facía un tayuelu. Pa cuando él acabo de pinchar les vaques yo ya tenía listu el banquetu y gustó-y tantu que lu compró», narra. «Las piezas que me quedaban más vistosas empecé a bajarlas a los Lagos pa ofrecerlas a los turistas aunque nunca tuve mucha cara pa pedir por ellas y a veces las malvendía porque hacían falta las perras. Lo que podía lo aforraba pa comprar una cabrita o una oveya», cuenta. Así llegó a tener más de cien cabezas en el rebaño, que acabó vendiendo poco antes de la jubilación porque “eran insoportables” los ataques del lobo. «Como tengo afición por los animales dejé alguna yegua y alguna vaca por entretenerme pero tener reciella es inviable», explica. Una afición que combina con la elaboración de tayuelos para uso y disfrute propio y de amigos, vecinos y familiares. «Ahora que tengo más tiempo aprovecho pa perfeccionar la técnica. Lo más difícil es encajar las patas», asegura. «Sacar de un solo troncu la pieza no e fácil. Hay que tener buen  ojo, aprovechar les formes naturales de la madera y calcular de antemano la forma que-y vas a dar al asientu», concluye.

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