Volar en tiempos de coronavirus

La azafata piloñesa Emma Fernández nos cuenta su experiencia a bordo

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photo_camera Emma Fernández, la azafata piloñesa.

Si la mascarilla de la azafata piloñesa Emma Fernández Llana fuera transparente se podría apreciar con nitidez la sonrisa que guarda debajo. Una enorme sonrisa de satisfacción motivada por poder hacer, tras más de tres meses de parón, lo que más le gusta: volar. Y es que el sector de la aviación comercial, uno de los más afectados por la crisis sanitaria del coronavirus,  recupera poco a poco la actividad y deja atrás imágenes tan inusuales como las de aeropuertos llenos de aviones vacíos.

La gente viaja tranquila porque ve que los aviones están más impecables y relucientes que nunca. La desinfección después de cada vuelo es total

Antes de su primer vuelo para estrenar la “nueva normalidad” Fernández hizo frente a varios exámenes sobre protocolos de seguridad a bordo. «Durante el confinamiento no nos quedamos de brazos cruzados sino que hicimos periódicamente un trainning online pero es cierto que echaba de menos a los compañeros porque el ambiente de trabajo es muy bueno» explica la joven, natural de Sevares. «Nosotros sentimos como si nunca hubiéramos parado porque además el regreso ha sido 100% seguro. La gente viaja tranquila porque ve que los aviones están más impecables y relucientes que nunca. La desinfección después de cada vuelo es total», asegura.

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Emma con una compañera de la empresa Eurowings.

La nueva normativa obliga, entre otras cosas, a que toda la tripulación utilice mascarilla,  se desinfecte las manos antes de despegar y rellene un formulario de salud. Para prevenir contagios tampoco se venden temporalmente perfumes, cosméticos y otros accesorios dutty free en el avión. «Aún así intentamos una comunicación cercana y cálida con el pasaje porque para nosotros son huéspedes, no pasajeros», matiza Fernández, que normalmente vuela a destinos europeos como Alemania o Suiza. «Puntualmente tenemos la oportunidad de pernoctar en distintas ciudades como Hannover, Núremberg o Dusseldorf lo que aporta un extra de atractivo», indica.

Su andadura como tripulante comenzó en marzo de 2016 en Vueling, con base de operaciones en Palma de Mallorca, donde desde hace un par de años trabaja para Eurowings, aerolínea de bajo coste dependiente de Lufthansa. «Elegí esta profesión porque siempre me atrajo todo lo que rodea e implica el mundo de la aviación. No solo por la posibilidad de estar en un entorno internacional y la interacción con el público sino también porque implica compromiso y disciplina», explica. «Puede resultar a veces un reto despertarte a las 2.30 horas de la mañana o afrontar un vuelo nocturno con salida a las 23.30 horas pero cuando sientes verdadera pasión por tu trabajo la balanza se postula a favor de sus otros atractivos”, concluye la piloñesa, que domina el inglés y está estudiando a fondo alemán.