OPINIÓN

El único conflicto

Yo ya me pregunto si soy libre para elegir o si la libertad consiste en tener posibilidad de elegir

 

Siempre tenemos que elegir. Siempre nos plantean el temor en la base de la incertidumbre. Como si en este mundo cambiante no tuviéramos suficiente con adaptarnos a vivir, que últimamente consiste en sobrevivir a duras penas, en la mayoría de los casos. 

Yo ya me pregunto si soy libre para elegir o si la libertad consiste en tener posibilidad de elegir. O el fanatismo integrista o el fanatismo islamofóbico, en una especie de frenético interés, nada oculto ya, para que tomemos partido en instaurar un clima de “guerra de civilizaciones”. Me paro a pensar para recordar que el auténtico conflicto no se da entre “el Islam” y “Occidente”. Y sin embargo por qué se empeñan desde todos los ángulos en hacernos creer que ese es el conflicto. Pero es que mientras todo el mundo llorábamos, un grupo terrorista que masacró a 2.000 personas, utilizó a una niña de 10 años como detonador de una bomba. ¿Qué ha hecho la comunidad internacional?

En Francia a estos atentados fanáticos e intolerantes jihadistas se unen declaraciones como “nos han declarado la guerra”; en Alemania las últimas semanas se viene observando un crecimiento del movimiento xenófobo “Patriotas Europeos”.

Es como si la humanidad estuviera destinada a un “imposible”. Europa ha sido herida en su libertad y en su laicismo. ¿A quién favorecen estas acciones? ¿Quién se beneficia en este “mare magnum”? Todo nos lleva a un escepticismo hacia la democracia y a poner en solfa y en la balanza de la incertidumbre la libertad de elegir entre nuestra libertad y nuestra seguridad, cuando el único conflicto es entre los intereses del capitalismo y los de la Humanidad.