OPINIÓN

Fin de la orfandad

El silencio del gobierno frente a la lista Falciani de los 4.000 evasores fiscales es un buen ejemplo de lo que ocurre

Es 27 de Enero de 2011. Estoy en una sidrería. En la TV echan las noticias en un descanso del fútbol. Anuncian un acuerdo entre PP, PSOE y sindicatos para reformar las pensiones. Me acerco a la pantalla lleno de rabia. A partir de entonces, nos jubilaremos a los 67. Y lo más doloroso era que nadie defendía nuestra voz. Ese día descubrí que la solución no vendría de quienes nos habían representado: ¿qué haríamos? El vacío, en compañía, siempre es menor. Por eso busqué a más gente e impulsamos el 15M: la gente decente dimos un paso adelante. Lo que empezó como jóvenes utópicos en las plazas nos llevó a ver que no estábamos  solos, que no éramos sólo jóvenes y que en los concejos rurales también pensaban lo mismo. Estábamos en manos de políticos y banqueros. ¿Alguien lo duda? El silencio del gobierno frente a la lista Falciani de los 4.000 evasores fiscales es un buen ejemplo: ¿por qué esa noticia abre portadas de periódicos de todo el mundo menos aquí? Porque apunta a Botín, a los fundadores de ABC, a políticos y a empresarios. Demasiado que tapar.

Paralelamente, alterné empleos precarios y emigré. Cuando volví, las portadas de los periódicos asustaban: No había un pacto contra la corrupción, sino POR la corrupción. La ilusión del 15M era ya desesperanza. Las ruedas de prensa del Consejo de Ministros asustaban, como la frase de Rajoy sobre su relación con Bárcenas (“hay cosas que no se pueden demostrar”). Había que hacer algo. Siero, Llanera o el Oriente seguían llenos de tumbas de hormigón: Teatros que se inundan, museos abandonados, auditorios desproporcionados. Una forma de gobierno, como en el Musel, donde tiraron billetes de 50 al fondo del mar. Ahora estamos recuperando la ilusión, en Cabrales, Parres o Cangas. Construyamos la Asturies del 2030, la de la gente que madruga, la de trabajadores del campo, la que mantiene empresas como el Matadero de Noreña, o la de jóvenes en busca de futuro. Pero no olvidemos la lección: los cambios sólo los traen las y los vecinos decidiendo. Si no, volveremos al 27 de Enero de 2011.