ENTREVISTA con el contrabandista Laureano Oubiña, en Llanera

«Nadie puede estar con la espada de Damocles sobre su cabeza por un procedimiento del que no hay ni un solo indicio»

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photo_camera Laureano Oubiña vendiendo libros y merchandaising en Cayés (Llanera)

Laureano Oubiña, en Llanera

El contrabandista Laureano Oubiña está este fin de semana en Cayés (Llanera) vendiendo y firmando ejemplares de su libro de memorias "Toda la verdad".

Recién llegado de la Feria de Becerreá, en la vecina provincia de Lugo, Laureano Oubiña espera tomando una cerveza en El Chiringu de Cayés, donde durante la jornada de hoy y la de mañana, domingo, venderá y firmará ejemplares de su libro de memorias “Toda la verdad”, además de merchandising. «Vengo porque me reclama la gente», asegura.

A Llanera llegó gracias a un amigo común con Pepe González, el hostelero que le ha cedido el local. No esquiva ninguna pregunta y habla claro sobre su procesamiento relacionado con un alijo decomisado en Asturias en 2017. «Tengo poco de gallego, aunque lo sea», bromea antes de empezar.

– ¿Cuándo se decidió a escribir el libro?

– Lo empecé en la cárcel cuando entré en 1990 con la Operación Nécora, tiene también partes de cuando volví a entrar en 1997 y en el 2000. Cuento mi vivencia en la cárcel y todo el periplo penitenciario que me hicieron pasar. Iba mandando lo que escribía a través de los abogados y cuando salí en 2017, se confeccionó. Es un libro corto y conciso, pero va al grano. Son vivencias reales, reflejan lo que hace la mafia de los carceleros, la mafia de instituciones penitenciarias, que existe porque los jueces de vigilancia penitenciaria les hacen caso.

Yo sé que tengo cara de tonto, pero no lo soy. Toda mi vida trabajé con miles de cajas de tabaco, miles de kilos de café y miles de kilos de hachís y nunca me quise pasar a ningún otro tipo de drogas, ni de cocaína, ni de heroína.

Realmente la única palabra que vale ahí es la que diga el funcionario. Los jueces, la mayoría de ellos, creen a pies juntillas lo que les dicen los funcionarios, nunca van a creer al reo. Pero todos somos humanos,  y todos podemos mentir o equivocarnos.

– Lo ha llamado “Toda la verdad”. ¿Cuál es la verdad de Laureano Oubiña?

–La verdad es mi verdad. Yo jamás miento, jamás. A mí un juez me pregunta una cosa que me puede perjudicar o meter años de cárcel y no le voy a mentir. Le diría, señoría, no puedo contestarle a eso, pero mentir, no. Odio la mentira. Y odio  que me mientan.

–¿Qué le dicen quienes han leído el libro?

–Siempre pido que me hagan una crítica mala, que son las que enseñan, pero no he escuchado una crítica mala, por lo tanto he escuchado críticas buenas que no me han enseñado nada. Se han publicado ya 15.000 ejemplares y a principios de verano saldrá la cuarta edición.

Estuvieron vendiendo periódicos durante 33 años a cuenta mía. Hasta  2002, que empezaron a frenar un poco y medir las noticias porque descubría las inexactitudes y las mentiras.

–¿Se plantea darle continuidad a sus memorias?

–Ya tengo escrito otro libro. De hecho era para publicarlo al mismo tiempo que este, pero por el momento mi familia no me deja sacarlo. Por mí, lo hubiera sacado ya. Va en la línea de este, pero más duro, y con fechas, nombres y apellidos de ciertos personajes de este país que durante tantos años nos engañaron a todos y siguen engañando y robando a manos llenas y se permiten el lujo de criticar a los demás. El libro está depositado en manos de un periodista desde 2002 y muchas de las cosas que están pasando ahora en España, ya lo decía de aquella.

–¿Publicar “Toda la verdad” le ha generado problemas?

– Muchos. Muchísimos. Y me los sigue generando. Y luego las entrevistas que doy, muchísimo también. En el libro digo lo que pienso de ciertos medios de comunicación que siempre han escrito al dictado de ciertos jueces y mandatarios. Pero hay que tener en cuenta que ahora los medios de comunicación no son el ombligo del mundo, ahora lo son las redes sociales. En 2002, cuando estaba en Alcalá Meco, abrí una página en internet que me llevaba un despacho de abogados y advertía que a partir de entonces los que digan alguna mentira o inexactitud tendrán respuestas. Pues alguno puso el grito en el cielo porque yo tenía una página desde la cárcel. Estuvieron vendiendo periódicos durante 33 años a cuenta mía. Hasta  2002, que empezaron a frenar un poco y medir las noticias porque descubría las inexactitudes y las mentiras.

–¿Cuánto hay de mito en torno a la persona de Laureano Oubiña?

–Todo. Y es falso. En 1990, ciertos personajes de este país hicieron la Operación Nécora y con todas las falsedades que hicieron y dijeron, hoy están muy arriba. Y ahora hay otros personajes de aquí de Asturias que quieren hacer otra operación, en este caso, la “operación andarica”, como a los otros les fue estupendamente y están muy arriba...

No me preocupa nada, tengo la conciencia muy tranquila. Me preocupan los daños colaterales que hace todo esto porque tengo familia

–Se refiere a la causa que tiene abierta en Asturias.

–Yo sé que tengo cara de tonto, pero no lo soy. Toda mi vida trabajé con miles de cajas de tabaco, miles de kilos de café y miles de kilos de hachís y nunca me quise pasar a ningún otro tipo de drogas, ni de cocaína, ni de heroína. Ofertas tuve unas cuantas, para hacer cientos de toneladas y nunca quise, ni quiero, saber nada. ¿Me voy a manchar por 4 kilos, que tienen la misma pena y encima haciendo de intermediario de otra persona? Eso no se coge por ningún lado. Lo que pasa que algunos piensan que sentar a Laureano Oubiña en el banquillo le va a dar unos réditos como le dio a los que hicieron la Operación Nécora para sus propios intereses y para tapar todo lo del GAL. Y se aprovecharon de cierto juez y cierto fiscal que ahora están muy arriba. Están copiando de la Operación Nécora.

–¿Qué es lo que se quiere tapar ahora?

–Lo que quieren es coger galones, subir de rango, pasar al Tribunal Supremo. No hay un solo indicio de que yo tenga algo que ver con eso. A mí una persona viene a traerme un tocho de papeles de un sumario de su tío, que es amigo mío, para que le diga qué me parece y qué abogado le puedo recomendar en Madrid. Come conmigo en un restaurante y yo me marcho, que había quedado con un periodista. Lo que hizo después no lo sé, me enteré a través del sumario. Yo nunca fui intermediario de nadie. Yo doy la cara y el negocio lo hago yo directamente y, si no, no se hace. Además, para constituir una prueba tiene que haber más de dos indicios concatenados, lo dice la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Aquí no hay ni uno solo.

–¿Le preocupa este nuevo procesamiento?

–No me preocupa nada, tengo la conciencia muy tranquila. Me preocupan los daños colaterales que hace todo esto porque tengo familia. Está recurrido el auto de procesamiento en apelación, ahora nos dará vista la sala y según salga, llegaremos al Tribunal Constitucional y a Estrasburgo. Nadie puede estar con la espada de Damocles sobre su cabeza por un procedimiento del que no hay ni un solo indicio. Eso es una tortura psicológica total. Nunca fui detenido, acudí voluntariamente al cuartel, ya sabía lo que me iban a preguntar porque me lo habían dicho desde la Comandancia de Oviedo cuando me llamaron.

–¿Por qué se inició en el contrabando? ¿Era una forma de ganar dinero rápido?

–No, a mi el dinero no me llama. Salí de casa de mis padres con 16 años y tenía que buscarme la vida como fuera. Cuando me fui no volví a buscar nada, en todo caso fui a llevar. Me dediqué al contrabando de café, en aquel entonces jabón de Portugal, era el extraperlo que había. Luego empecé con algunas cajas de tabaco rubio que venía en los barcos. Y después, en el 95, a trabajar en el tema del hachís. Salí de la Operación Nécora después de pasar 4 años y 6 meses preventivo, que eso no se le hizo ni al peor terrorista, en enero del 95. Me vuelven a hacer contrato en el Pazo Baión para trabajar allí, pero lo intervienen y nos echan, nos despojan de todo. Entonces me digo, llevan 5 años colgándome la fama de narcotraficante, sin tocar tema de narcotráfico ninguno, y como el tabaco no es mucho negocio, a transportar hachís. Y la primer condena por tráfico de hachís es del año 97. El pazo lo compramos en 1987 y lo pagamos con el dinero que habíamos ganado con el tabaco, pero siguen erre que erre con el narcotráfico.

–Echando la vista atrás, ¿volvería a hacer lo mismo?

–No, porque no vale la pena. No te vale la pena un día de cárcel por mucho dinero que tengas. Vale más ganar para comer, vivir tranquilamente y sin sobresaltos. Ahora, si me dices, ¿se arrepiente usted? Arrepentirse hay que arrepentirse antes de cometer el delito, ¿después de qué te vale?.

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