BORJA MÁRQUEZ

Enrique Laria

Laria era más Franquista que Franco, pero un hombre social ante todo.

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Enrique Laria, Enrique el ferreteru

 

No pretendo hacer un panegírico de mi amigo, que ya no está, Enrique Laria Castaño. Pretendo que los parroquianos más lejanos, de Llanera o Ribadeva, sepan más de este ferretero, conversador como pocos. «Borja, deja de hablar tanto en Asturianu, eso no vale para nada». Lo de Ribadeva no le gustaría, lo suyo era RIBADEDEVA. Una discusión sobre el Asturianu que ya no podrá ser.

Pocos tipos podrían presumir, como yo, de tener una silla en la Ferretería  Laria. De la que Laria  atendía a la clientela, manteníamos una amena conversación en la que papá era figura a destacar. «Tu padre sí era un señor. Tu  no pasas de ser un rojillo de tres al cuarto, y encima periodista. Esos…, los tuyos, nos llevarán a la ruina» me decía. Y es que Laria era más Franquista que Franco. Posteriormente, de Fraga y, luego, del que pusieran en el Partido tan Popular.

Muchos en Cangas de Onís refrendaron en las últimas elecciones la eficacia y honradez de Pepín, el alcalde del PP en las últimas elecciones. Lo que no es de recibo es dar el voto a golfos peleados y corruptos.

En Asturias, la caradura de Mallada (también en líos judiciales) se jubila a los 46 años de Hunosa y cobrará una estupenda pensión. Cada uno que piense lo que quiera. Estoy convencido que Laria lo vería fenomenal. Conjugaba el “y tu más” como pocos.

Pero a pesar de estar en polos políticos opuestos, sepa el parroquiano de Llanera, Villaviciosa o de una tercera parte de Asturias (los dominios de EL FIELATO) que Enrique Laria Castaño era un hombre social por encima de todo. Entre sus empleados de siempre tenía, incluso un concejal socialista durante años. Ameno conversador, pero de futbol no, que  su equipo era el PP en la derrota o cuando ganaba.

«Ahora prepárate Borja que vienen los míos y van a cerrarte el periódico». Acto seguido risotada y mirada pillina. Trabajador empedernido y no lector de este SU Periódico, sino que memorizaba lo que uno escribía y en los debates sobre EL FIELATO me ganaba siempre por goleada.

Es muy raro que yo  me acuerde de lo que escribo. Duro en el regate político, socarrón y, siendo Parragués de nacimiento, un Cangués militante. Su medio de transporte, la BH con la cestina delante. Y siempre con esa chaqueta de lana y con cara de Probón de Ciañu.
Una vez, el señor mandamás del Banco de Asturias inauguraba sucursal en Cangas y Enrique llegó un poco tarde. El guarda jurado no le dejaba entrar y, uno que ye como ye, dijo en voz alta: «¡Meca! si no dejan entrar al más rico del pueblo... Malos comienzos para este nuevo banco en Cangas de Onís». Eran los finales del siglo pasado y el banco cerró. No me extraña.

No voy a Sevilla hace años, pero me quedé sin silla en la ferretería de un gran paisano.

¡Redemonios! La pantalla del ordenador cada vez se ve menos. Ta borrosa. Los mis güeyos  nun paran de echar líquido lacrimal. Qué pena que nun me pueda leer un Parroquiano al que  echaré muchísimo de menos. Mucho.


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