En contra del traslado del párroco de Cangas de Onís
Visto lo visto, a los curas que calan en sus parroquias, que estrechan lazos con los feligreses, que llevan a más gente a misa –cosa rara en los tiempos que corren– y que se empeñan en ser uno más del municipio, se les castiga. Y a los que espantan a la feligresía y son vagos hasta la saciedad, se les premia. A los primeros se les cambia de parroquia, muy a pesar de la masa católica local, mientras que a los otros se les permite que sigan viviendo apoltronados años y años en los mismos destinos donde, el día que llegue algún cura nuevo, se encontrará tierra quemada. De esos ejemplos los hay en la Comarca y más de uno y de dos.
En Cangas de Onís han recogido, en poco más de dos días, 1.300 firmas para que no se lleven a su cura, a José Manuel Fueyo. Firmas que serán muchas más y que seguramente no servirán de nada porque el plenipotenciario arzobispo no va a escuchar a los fieles, que el domingo así se lo pedían delante de la iglesia parroquial canguesa. Otro tanto ocurre con los parroquianos de Amieva y Ponga, que no quieren perder a Don Alejandro. Y me pregunto yo, ¿no hay nadie que nos cambie a este arzobispo?
