VICENTE G. BERNALDO DE QUIRÓS

La ventolín

La Charanga Ventolín nos ha dado otra lección más

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Charanga Ventolín

 

La Ventolín es, naturalmente, la Charanga Ventolín, así con artículo determinado femenino, porque si fuera masculino sería un remedio para asmáticos. La Ventolín es una institución ya en Gijón y en toda Asturias porque con su música y su marcha participa activamente en las reivindicaciones sociales y laborales de la comunidad autónoma y pone alegría y esperanza como medio para tratar de animar a las víctimas de los abusos que reclaman a esta banda de músicos comprometidos su ayuda para mejorar la situación. Y sin ningún tipo de reticencia se suma a los actos de rebeldía desde hace más de 30 años. 

Pues bien, la Charanga Ventolín ha sido acreedora a una medalla de Gijón como recompensa a sus desvelos por los ciudadanos más necesitados y desvalidos y el día de la festividad local, en el teatro Jovellanos recibieron la insignia con una mezcla de orgullo y de discurso reivindicativo. Y sus fans, que somos muchos, nos alegramos un montón y nos sumamos al coro de felicitaciones que por millares recibieron estos animosos jóvenes (y no tan jóvenes) de la banda local.

Y su compromiso fue (y sigue siendo) tal que a punto estuvieron de renunciar a la medalla si continuaba la persecución de la música en vivo en las calles de Gijón, que el Gobierno de Foro ha puesto en marcha arbitraria y alocadamente. Y solo 24 horas antes de la ceremonia de entrega la propia alcaldesa se comprometió a evitar que volvieran a suceder las multas y las prohibiciones de músicos en calles y locales y a encontrar una solución para que no se persiga a quienes optan por alegrar las noches de los ciudadanos con un solo de pentagrama.

‘Ni un acorde de menos, ni un decibelio de más’ es el eslógan bajo en el que se guarecen los integrantes de la charanga y músicos de todo pelaje para reivindicar la cultura de la música en vivo y para que no se pierdan empleos en esta profesión, compatible con que los asturianos puedan descansar tranquilamente sin que el ruido les impida dormir. Porque la música no es ruido, a pesar de lo que pensaba Napoleón Bonaparte al respecto.

La Charanga Ventolín nos ha dado otra lección más. Que es totalmente compatible la alegría con la reivindicación y que hasta en un acto tan solemne se puede poner una nota de compromiso y de cercanía con los que menos tienen y más sufren. Que los pasacalles festivos a que nos tienen acostumbrados son un complemento más para apoyar las justas exigencias de la ciudad. Porque una ciudad sin música es una ciudad muerta y sin alma. Al final, no pudo ser que entonaran el ‘Himno de Riego’ en la entrega de su medalla. La cambiaron por el ‘Bella Ciao’, el himno partisano que también representa resistencia y lucha. Pero estoy seguro de que en su próxima aparición, que será muy pronto, volverán a sonar los acordes de lo que fuera el símbolo musical de la República, en el tiempo político más democrático de nuestra Historia.

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