VICENTE G. BERNALDO DE QUIRÓS

Los nuevos tiempos de la usura

Hace años que Liberbank no es el banco de referencia de los asturianos,

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Hubo un tiempo en este país en que existía una banca semipública que favorecía los créditos a las familias y a las pequeñas y medianas empresas y con su obra social y cultural invertía en cultura y financiaba teatro, cine , libros, pero también carreteras y obras necesarias para el desarrollo de la economía de cada comunidad. Pero, al llegar la estafa, mal llamada crisis, los bancos tradicionales que querían acumular el máximo de ganancias conspiraron con otros poderes fácticos y escudándose en algunas malas prácticas de las cajas de ahorros, consiguieron que los políticos, por ellos puestos, cambiaran las leyes y las normas y la banca semipública se convirtió en una sucursal de la banca calculadora y recaudatoria y surgieron los nuevos tiempos de la usura. En este barco se enroló por méritos propios la antigua Caja de Ahorros de Asturias, hoy Liberbank.

Hace años que Liberbank no es el banco de referencia de los asturianos, sino un elemento más de la avaricia de sus directivos. Manuel Menéndez, otra criatura maligna de Javier Fernández, el SOMA de José Ángel Fernández Villa y el PP de los viejos vividores, solo piensa en llevarse las ganancias para su casa en vez de mejorar la economía asturiana y se sube el sueldo un 19%, mientras desahucia a muchos compatriotas que no pueden ni siquiera cobrar un salario mínimo digno. El banco no da un euro para carreteras, investigación ni cultura y solo vive de a ver cuantos pensionistas siguen cobrando su jubilación de sus cada vez menos oficinas. Pero la ley comete de vez en cuando algún despiste y obliga a Liberbank a tener una fundación en la que los fundadores de la vieja Caja de Ahorros de Asturias nombran sus patronos.

El Ayuntamiento de Gijón, que es uno de ellos, decidió por mayoría designar a Marta Rodil, una abogada vinculada al sindicato minoritario CSI y que le ganó más de un asunto judicial a los aguerridos letrados de Menéndez. El nombramiento no gustó a la nomenklatura de Liberbank, que rechazó la designación en una decisión, no ya de total descortesía, sino de declaración de guerra. Al parecer, basa su desestimación en que actuó contra los intereses de la entidad. No deja de ser curioso que se entienda que va contra la conveniencia de la antigua Cajastur defender los derechos de los trabajadores y de los ciudadanos y no llevarse para su casa un aumento salarial del 19% o cobrarles comisiones desmesuradas a los clientes.  La argumentación es un ente siempre subjetivo pero echarle tanto morro a los razonamientos no favorece la búsqueda de eso que llaman banca con valores, si es que ambas palabras no son contradictorias.

Gijón está dispuesto a luchar por su discrecionalidad en nombrar al patrono de la Fundación que le salga de sus partes nobles y anuncia que llevará el caso hasta donde sea de justicia. No sabemos si los sicarios de Menéndez continuarán con su negativa y la llevarán al límite, pero esta polémica tan caprichosa vuelve a evidenciar que a los rectores de Liberbank les importa un rábano que la credibilidad de su negocio esté mal vista entre la ciudadanía porque su objetivo final es ganar dinero a espuertas a costa de lo que sea, porque así lo demandan los nuevos tiempos de la usura. 

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