MARIJE AMIEVA

Periodistas diferentes

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Año 2000. Cursaba 2º de Periodismo en la Universidad del País Vasco. Debía analizar un periódico para una asignatura. La mayoría de mis compañeros se decantaron por publicaciones de abolengo. Por contra, yo elegí uno pequeñín, pero gayasperu. Pensé en aquella pobre profesora, leyendo veinte veces la historia de El País redactada por otros tantos aspirantes a juntaletras.

Concerté una entrevista con Borja, quien me esperaba en su despacho de El Lleráu con su archiconocida barba y un boli colgando del cuello. “Niñina, hazme caso, no te dediques a esto. Serás más feliz viviendo en la ignorancia”, me espetó. Pero ese mismo verano solicité unas prácticas en EL FIELATO. Ya había aprendido la lección: En periodismo, como en todo, triunfaban los proyectos y profesionales que rompían moldes. Todos mis compañeros presentaron trabajos casi idénticos, puesto que habían consultado la misma información (webs y publicaciones). Yo obtuve la nota más alta de clase, un 9.5, y reparé en que no quería ser la corresponsal de turno, escribiendo tostones que no se tragasen ni mi familia y amigos.

Supongo que el éxito de este periódico radica en que fue un proyecto diferente escrito por profesionales distintos. Porque, como decía un redactor jefe de un conocido diario regional “todo el mundo sirve para emborronar papel”, pero pocos tienen los arrestos y la sorna para firmar los artículos que se publican en este periódico.

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