LUCIANO HEVIA NORIEGA

Primarias

Hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido.

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Lo bueno de disponer de un espacio en el que te permiten escribir o hablar de los temas más candentes del momento es que obliga a realizar el sano esfuerzo de situarse por encima de banderías, seguidismos irracionales, militancias atávicas o intereses espurios, tal y como hacen los tertulianos de la tele y los columnistas de los periódicos, que se elevan sobre filias y fobias personales para proporcionarnos visiones objetivas que arrojan luz sobre diversos asuntos que sin sus dotes analíticas y clarividencia estarían condenados al oscurantismo y la ininteligibilidad.

Sí, improbables lectores, tal y como habéis adivinado, estoy bromeando. Yo no pretendo rodear mis colaboraciones de ninguna aureola de neutralidad o asepsia, ya que ni cuando escribo, ni cuando charlo, ni cuando trabajo, ni cuando salgo de fiesta cuelgo de ningún metafórico perchero mis prejuicios ideológicos, sin que ello implique, evidentemente, que tengan que salir a relucir innecesariamente.

Por tanto, caretas fuera: nunca desde que tengo uso de razón he considerado al PSOE un interlocutor de izquierdas, credo político que profeso, por lo que nunca los he votado ni vislumbro posibilidad alguna de hacerlo de no mediar grave quebranto neuronal en mi castigado cerebro. Pero, como la actualidad manda, no puedo pasar por alto el proceso interno que está viviendo el partido que durante más tiempo ha gobernado España desde la restauración democrática, máxime cuando ello ha posicionado a destacados dirigentes de nuestra comarca en apoyo de las distintas candidaturas en liza, tal y como hemos podido comprobar en las fotos de los actos de campaña celebrados.

Me inmiscuyo en este debate consciente de que se me podrá reprochar el no dedicar estas líneas a pontificar sobre mi maltrecha casa en lugar de meterme en corral ajeno, pero también lo hago con la equidistancia de quien siente la misma o parecida antipatía por cualquiera de los tres contendientes. Además, dado que se trata de un partido que presume de ser el que más se parece a los españoles (¿qué diantres será eso?) y que se autoerige en única alternativa plausible en clave de gobernabilidad al PP, ambos argumentos me permiten sentirme moderadamente concernido.

¿Y quiénes son los protagonistas de esta ópera bufa? Por un lado, la lideresa andaluza, que ha recibido el apoyo y los parabienes del denominado aparato orgánico y de los dinosaurios de la vieja política, para regocijo de los Consejos de Administración. Y por otro, un pijo de manual al que, unos por ignorancia y otros interesadamente, intentan presentar como gran adalid del rojerío patrio, y cuyo único mérito conocido es, parafraseando a Scott Fitzgerald, parlotear con la autoridad que le otorga el fracaso. Del tercer hombre, creo que ni sus acólitos entienden muy bien que pinta en el festejo. Díaz, Sánchez y López, aunque para los suyos sean Susana, Pedro y Patxi, en un ejemplo más de la contaminación podemita de la política española, que permite que los de abajo llamemos por su nombre de pila a los de arriba, reeditando aquellos gloriosos tiempos de “¡Felipe, Felipe, Felipe!”, por más que algunos nunca pasáramos de un menos familiar González y con cierta mueca de asco, para qué negarlo. O, dicho de otra manera, y recuperando a otro animal político en estado puro: Hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido. Lo que nos vamos a divertir.

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