VICENTE G. BERNALDO

La próxima visita será con dinamita

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Franco y el Valle de los Caídos

 

No sé porque un tema tan sumamente fácil de resolver como es la exhumación del dictador Francisco Franco tarda tanto tiempo en materializarse, cuando ya tenía que estar resuelto desde que se enunció la posibilidad de sacar al creador de la dictadura de la tumba de la que él mismo se apropió en el Valle de los Caídos. Por supuesto que el Gobierno de Pedro Sánchez lleva con demasiada lentitud todos los trámites necesarios para acabar con una anomalía histórica. Obviamente que es mucho más tiempo que el que el actual presidente le da a Nicolás Maduro para que convoque elecciones en Venezuela.

Demasiada complacencia de nuestros responsables políticos con la familia del dictador y con el falangista prior benedictino que se niega a acatar las órdenes de acelerar los trámites para sacar a Franco de su fosa. El citado prior ni siquiera es leal con las maximas de su orden creada por San Benito de Nursia de ora et labora (es decir, reza y trabaja). Ni una cosa ni la otra. Solo pretende vivir del cuento y de la nostalgia de la dictadura.

Tampoco parece ser muy edificante la postura del Tribunal Supremo que si bien permite, inicialmente, que se saquen los restos del asesino, no descarta cambiar de opinión cuando le parezca oportuno y cause más daño a la democracia. O sea, en su línea.

Si el Valle de los Caídos es patrimonio del Estado, y por tanto del Gobierno, este tiene la potestad de hacer en Cuelgamuros lo que le parezca más oportuno, siempre que la mayoría de los diputados esté de acuerdo. No entiendo porque no actúa con diligencia y da diez minutos a los familiares de Franco para que saquen sus huesos del Valle y los entierren en el nicho familiar. Lo de La Almudena es otra provocación más de los parientes del enano monotesticular. Y de paso que le den esos mismos diez minutos a los benedictinos para que abandonen el lugar porque el Estado español es aconfesional y no tiene porque aguantar las provocaciones de un puñado de fundamentalistas.

Ahora que están de moda los mineros asturianos, después del rescate del pequeño Julen, bueno es recordar la firmeza de las reivindicaciones de estos trabajadores y compartir sus propuestas de llegar hasta el final en las exigencias de la justicia. Cuando los manifestantes del carbón llegaban a las puertas de la dirección de Hunosa y advertían, ante la escasa consideración de la patronal,  “la próxima visita será con dinamita”, para hacer recapacitar a los responsables del cotarro, solían tener cierto éxito. Por eso no es mala idea advertir a quienes ponen palos en las ruedas de la bicicleta de la exhumación que, si no se rinden a la evidencia, unas cargas de explosivos podrían volar por los aires el monumento de la dictadura. Es una pena pero, si la cosa no se arregla, la próxima visita será con dinamita.   

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