DESCENSO DEL SELLA

Enrique Longar, carpintero y tapicero, restaura dos de las primeras piraguas que participaron en el Sella

Una iniciativa del CODIS, a quien cedió las piraguas el riosellano Carlos Piélagos

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Descenso Internacional del Sella

 

Para empezar esta historia es necesario hablar en primer lugar de un carpintero de ribera riosellano que, en su taller de la calle oscura del Portiellu construyó, allá por los años 30, una embarcación de madera de roble y lona. Se trataba de un encargo personal de Miguel Ángel Llano de la Vega, un indiano que había hecho fortuna en Méjico y andaba en aquel momento metido en la tarea de promocionar una carrera de piraguas por el río Sella ideada por un tal Dionisio de la Huerta. Aquel carpintero se llamaba Carlos Piélagos Berbes y  seguro que, mientras curvaba las tablas de madera que constituirían el esqueleto de aquella embarcación, no imaginaba que su labor artesana y el resultado de ésta quedarían ligados a la historia de la fiesta más popular de Asturias. Hoy,  gracias al afán de su nieto por conservar su memoria y a las manos y el ingenio de otro ribereño, aquella embarcación de madera y lona que bajó el sella en las primeras ediciones de la fiesta de Les Piragües, después de muchos años esperando en Ribadesella, ha resucitado en Cuadroveña tras un laborioso trabajo de restauración.

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Enrique Longar trabajando en la restauración de la piragua.

 

Una iniciativa del CODIS –a quienes cedió la piragua Carlos Piélagos Pérez, nieto del carpintero de ribera- que ha ocupado quince días y muchas horas de trabajo a Enrique Longar, autor de la rehabilitación de esta piragua que, en su taller de Cuadroveña, enumera los “ingredientes” que utilizó para “devolver a la vida” la embarcación:  madera de roble y pino, paciencia, la ayuda de su mujer Mari Celi, una lona de algodón muy tensada, un invento casero para curvar tablas, y mucha ilusión y orgullo. Enrique afirma que lo más complicado fue la reconstrucción del armazón, una labor que fue como hacer un puzzle y lo que más tiempo le llevó. Después de eso el trabajo consistió en encolar, unir madera y tapizar, tensando muy bien la tela hasta conseguir el resultado impecable que ahora luce esta piragua sellera, lista para echarse al agua o para ser conservada como un tesoro en forma de obra de arte. 

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La piragua desmontada antes de comenzar la restauración.

Concluida esta obra, Enrique ya está comenzando a restaurar otra piragua más, ésta de los años 20 y de estilo canadiense, también creada por las manos de Carlos Piélagos Berbes y cedida al CODIS por su nieto. Esta segunda  piragua se encuentra en mucho peor estado que la anterior, pero el carpintero parragués ya está metido en la faena de reconstruirla y pretende tenerla terminada para agosto, armado con nuevas herramientas y  trucos aprendidos mientras restauraba la primera. Su objetivo es que ambas piraguas estén listas  para la próxima edición del descenso del sella, y que sean un homenaje a la memoria de aquellos que echaron a andar la mítica carrera.  Quizás, más de 80 años después, ambas embarcaciones puedan volver a navegar por las aguas del río Sella, siendo ya una parte muy viva del comienzo de la historia de la fiesta de Les Piragües.

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 Esqueleto de la piragua.