La finca de Manolita y Pachu volvió acoger la jornada de hermanamiento de los vecinos de Corripos (Siero). «Se trata de una comida que parte de los vecinos de Corripos venimos haciendo desde 2004, para no perder la tradición de reunirnos. El año anterior se había decidido no continuar con las fiestas» explica Emilio Díaz, quien recuerda que la celebración en honor al patrón, San José de Corripos, tenía su tirón en la zona. «Llegamos a traer a Marianico el Corto».
El párroco compartió comida con sus feligreses.
Unas 70 personas disfrutaron, hoy sábado, de este día de convivencia en la localidad sierense. «Para nosotros es nuestra fiesta, donde nos encontramos y reunimos los vecinos. Los que seguimos aquí y los que nacieron pero que por diversos motivos cambiaron de residencia», aseguraba Menchu Rozada quien, junto a Villa y otros vecinos, se encarga de organizar la celebración.
Buena parte de los que asistieron no residen en Corripos; vinieron desde Langreo, Oviedo y Gijón, aunque todos son originarios de Corripos. A lo largo del año son medio centenar de vecinos los que viven en la localidad, que pertenece a la parroquia de Valdesoto.
Los asistentes son de todas las edades como los hermanos Ángel y Arthuro Blanco Oliveira, de 8 años y 6 meses, respectivamente. «La primera vez que vine a la celebración estaba embarazada del mayor», señala su madre, Catarina Oliveira, que da de comer al más pequeño antes de que comience la pitanza como tal.
Los comensales se repartieron en varias mesas. «Este día no cocina nadie en Corripos», afirma Rozada. Para la celebración se encarga un catering que se ocupa de todo. «Ponemos 20 euros por persona y estamos aquí hasta la noche», puntualiza Villa.Tras la comida hay tertulia, tiempo para repasar los años vividos en esta localidad, e incluso los hay que llevan fotografías de recuerdo. No faltó la música ni tampoco faltaron los campeonatos de tute y parchís.
Los actos de hermanamiento en Corripos comenzaron a las 13h en la capilla de San José, donde el párroco, Segundo Gutierrez, ofició la misa. Después también compartió mesa y mantel con los vecinos.