OPINIÓN

Adiós a un alcalde campechano

Podría contar muchísimas más historias de Asensio, todas ellas desternillantes

 

Lunes noche. Acabo de llegar a casa. En ocasiones, me tengo que emplear a fondo para encontrar un asunto que abordar en El Puntín. Otras, por contra, me gustaría disponer de más espacio para profundizar en diversas cuestiones. Esta era una de esas semanas de sequía temática. Venía en el tren, metro y autobús que me traen de regreso desde la oficina dándole vueltas al asunto. “¿De qué carajo escribo esta semana?”, me preguntaba. Me imaginaba que, al abrir el correo, iba a encontrar un mensaje del director de EL FIELATO, Javier Peruyera, reclamando el artículo que vería la luz en este número.

Pero no, esta vez no ha sido así. Entro en mi perfil de la red social facebook y veo que Javier Peruyera se había puesto en contacto conmigo, pero para enviarme una noticia publicada en www.elfielato.es, en la que este medio informaba del fallecimiento del ex alcalde de Villaviciosa, el popular Asensio Martínez Cobián. Sobraban las palabras. Estoy convencida de que el director sabia perfectamente que esta semana El Puntín iría dedicado al ex primer edil.

Cada vez que recuerdo a Asensio, sonrío. Conservo un divertidísimo anecdotario del ex alcalde. Suele venirme a la cabeza su último lema de campaña, cuando perdió la Alcaldía. En una entrevista le pregunté si ya había determinado cuáles serían los pilares sobre los que iba a vertebrar su estrategia. Me respondió: “Tengo un eslogan buenísimo: “Si quieres estabilidad, confianza y tranquilidad, ¡Vota a Asensio Martínez Cobián!”. Así era Asensio, como su emblema: un paisano de andar por casa, sin complicaciones. Cuando le pedí salir del Ayuntamiento para tomar las fotos, abrió un cajón. “Mira, tengo aquí unas muy guapas. Si te gustan te las llevas”, decía. Las imágenes mostraban al ex regidor pensativo, mirando al horizonte, apoyado en una alambrada en mitad de un práu. “¡Pero Asensio!”, le contesté riéndome. Después me di cuenta de lo que pretendía. Me imagino que quería mostrarse como era, un alcalde campechano, y las instantáneas en que apareciese rodeado del abolengo municipal no le debían hacer mucha gracia porque diluían su mensaje. Era listo, muy listo. A veces pienso que cuando los periodistas íbamos, él venía. En todo caso, nos respetaba. Precisamente por eso, nunca nos mentía. Al menos a mi. Cuando no quería contestarme alguna pregunta se reía y sentenciaba con un “bueno, eso ya te lo diré”. Pero jamás trató de engañarme.  

El caso es que, después de tomarle algunas fotos en el exterior del Ayuntamiento, acepté las suyas. Me parecieron tan genuinas, que cuando llegué a la redacción de EL FIELATO las colgué en una de las paredes, donde creo aún siguen. Durante los cinco años que estuve en esta casa, sólo coloqué una fotografía más, que para mi tenía mucho significado: una rueda de prensa de Alfredo García, ex alcalde de Cangas de Onís, y Ana Rosa Migoya, ex portavoz del Gobierno del Principado, ofreciendo una rueda de prensa debajo de un hórreo. Creo que las instantáneas definían a los tres políticos: eran, ante todo, paisanos.

Podría contar muchísimas más historias de Asensio, todas ellas desternillantes. Me quedo con los “off the record” (las conversaciones que un periodista no puede publicar) que fluían en torno a un café. En aquellas charlas ambos nos sincerábamos en nuestro análisis de la actualidad maliaya y asturiana. Yo me reía muchísimo con sus chascarrillos. Por cierto, solíamos coincidir en nuestras lecturas políticas. Una auténtica lástima que ya no pueda volver a departir con él. Descansa en paz, alcalde.