FRANCISCO JOSÉ ROZADA

Arriondas rescata la campana de su Ayuntamiento

La campana presidió la plaza del cañón desde el tejado del ayuntamiento desde 1871 a 1958

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Arriondas rescata la campana de su ayuntamiento



Durante siglos transmitieron las campanas, con sus lenguajes y cadencias, las alegrías o las tristezas, según  las coyunturas y eventos de cada momento.

Las que estaban en los relojes públicos pautaban el tiempo y nos recordaban de forma reiterada que todo tiene su fin, a modo del mitológico titán griego Cronos, siempre al acecho con su guadaña.

Otro tipo de sonería ha venido hace tiempo a cubrir el vacío de las campanas de antaño, puesto que hogaño ya son pocos los pueblos, villas y ciudades que las hacen tañer y -si lo hacen- son medios mecánicos y electrónicos los encargados de tal cometido, sustitutos de los antiguos campaneros.

Nos fijamos hoy en la campana que señaló las horas a los parragueses durante casi un siglo, a caballo entre el XIX y la segunda mitad del XX, desde la torre del reloj de la Casa Consistorial, en Las Arriondas de la época.

En el proyecto de 1869 del arquitecto gerundense don Tomás Fábrega y Tomás para levantar una nueva Casa Consistorial en la hasta entonces llamada Plaza del Mercado, los planos del alzado de su fachada contemplaban un sencillo reloj sin campana a la vista; pero una reforma para éste último elemento dio cabida a una pequeña torre con esfera para el mismo y -sobre la torrecilla- una campana cubierta con chapitel. En un trastero del actual ayuntamiento, esta campana ha aguardado   casi sesenta años a la espera de un destino incierto, demasiados años desde que dejara de cumplir con su misión de pautar tiempos y hábitos vecinales.

La campana habla por sí misma, pues sus señas de identidad -o añejo tatuaje en bronce- la identifican como fundida en 1871, fecha desde la que acompañó en el tejado del ayuntamiento, al reloj del conocido taller de Miyar, en Corao.

Desde esa fecha y durante casi un siglo, en las actas municipales aparece todos los presupuestos anuales una reserva de dinero para mantener el funcionamiento del mismo, dado que un encargado tenía como misión vigilar su mecanismo y darle cuerda.

La actual Corporación Municipal de Parres ha decidido dar visibilidad a esta campana, acomodándola en el espacio ajardinado más próximo a la Casa Consistorial, desde la que sirvió a la capital del concejo durante tantos años.

No es necesario ya darle nueva vida sonora, salvo en momentos muy puntuales a lo largo del año.

A partir de ahora, esta campana servirá como memoria y recuerdo de los parragueses del pasado y, a la vez, rendirá con su presencia homenaje a todos aquellos alcaldes, concejales y funcionarios que -a lo largo de los siglos- trabajaron por mejorar las condiciones de vida de los vecinos y vecinas de nuestro concejo de Parres.

Desde su ya silencioso bronce, memorizará un pasado irrepetible, donde el duro trabajo y la carencia de casi todo fueron el pan de cada día de los parragueses.

Una campana que -desde su privilegiada atalaya- fue testigo, durante casi un siglo,  de miles de mercados en la misma plaza del Ayuntamiento, vivió avatares bélicos indeseables, festejos populares, concentraciones políticas y religiosas, fue testigo de duros inviernos, y vio a no pocos vecinos cruzar la plaza con su maleta camino de la emigración, además de contemplar a tantísimos niños y niñas que asistimos a la escuela pública allí mismo, al pie de su mirador y con una sonería que pautaba la vida de la villa.
Desde ahora la veremos con ojos de agradecimiento por los servicios prestados y, también, con cierta nostalgia. Seguro que ella estará feliz de volver a ver la luz tras su afortunado rescate y, además, nuestra identidad como pueblo se enriquecerá apoyada en la extensa memoria colectiva.

Francisco José Rozada es el Cronista Oficial de Parres.