ISOLINA CUELI

Caminos y túneles

Cómo se nota que Asturias no tiene ningún peso político en Madrid y nadie vela por nuestros intereses a la hora de repartir presupuestos, cuando los hay.

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El desgobierno al que estamos sometidos desde hace un año repercute de forma negativa en muchos ámbitos de la vida económica, cultural y política. Para no meterme en muchos líos, voy a referirme al freno que supone avanzar en ralentí en inversiones estratégicas como las comunicaciones por vía férrea. Tenemos a la puerta de casa la línea de AVE que nos comunicaría con Madrid y el resto de España, pero a efectos prácticos es como si no existiese. Nos falta el último empujón para poner en funcionamiento el túnel que asoma en Campomanes (Lena) y que nos situaría en el siglo XXI.

Las montañas que nos rodean nunca fueron para Asturias motivo de aislamiento. En otras épocas las sorteábamos con caminos, como el Camino Real de la Mesa, de Grado a Somiedo, trazado con más de dos mil años y que hasta el siglo XIX fue una de las principales salidas de Asturias a la Meseta. O la Senda del Arcediano, por Amieva, documentada desde el año 973, muy transitada hasta el siglo XIX, que lleva el nombre del Arcediano Pedro Díaz de Oseja -equivalente a un vicario-, nacido en Sajambre (León) en 1583, y que ejerció el cargo en Villaviciosa desde 1621 a 1665. Ahora esas montañas las horadamos y atrochamos por los túneles. Pasadizos inimaginables para aquellas gentes que empedraron sus caminos, utilizados hoy como rutas para montañeros y caminantes. 

Cómo se nota que Asturias no tiene ningún peso político en Madrid y nadie vela por nuestros intereses a la hora de repartir presupuestos, cuando los hay. Hasta el arcediano de Villaviciosa barría para casa. Hace meses tuve ocasión de asistir a una conferencia en la que se explicaba cómo Pedro Díaz de Oseja enviaba a su tierra natal parte de los impuestos o diezmos que recaudaba en su jurisdicción, que abarcaba catorce concejos del área oriental de Asturias, desde Villaviciosa, Nava y Piloña a Llanes, Ribadedeva, Cabrales y Amieva. Con ese dinero se mejoró el camino de acceso a Sajambre, de gran importancia para los vecinos, hasta el punto que el tramo lleva su nombre. Aunque, cuando se enteren algunos que el arcediano era un cura, es posible que la senda se quede sin apellido.

Hagamos votos para que en el próximo Gobierno, si es que lo hay algún día, Asturias pueda tener representación en el Consejo de Ministros. No se me ocurre nigún nombre, pero estoy segura que tenemos candidatos y candidatas que defiendan nuestros intereses, y no sólo en comunicaciones.

No estaría de más que los dirigentes de los cuatro partidos con mayor representación parlamentaria, de los que depende nuestro presente y nuestro futuro, estudiasen el trabajo que hizo en Asturias, en la legislatura de la pre-autonomía, el socialista Rafael Fernández (1913-2010). Fue capaz de formar un Gobierno con consejeros de todos los partidos: AP, UCD, PSOE y PC. Rafael, que había vivivo la guerra con su suegro Belarmino Tomás y sufrido el exilio durante 37 años, me decía en una entrevista en el año 1996, que “había aprendido a no ser beligerante ni con las personas ni con las instituciones”.

Espero que los de ahora no necesiten echarse al monte para aprender esa lección de tolerancia y patriotismo.

Para eso se hacen los túneles, para atajar.

 

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