OPINIÓN

Cangas de Onís, ni parar ni aparcar

Nadie encuentra ninguna lógica para una medida que parece tomada sin contar con el vecindario ni con las necesidades de la capital turística de la provincia

Locales y foráneos utilizan ya la Avenida de Covadonga como una  variante interna, que podría denominarse como la CA-20. Ello se debe a la sorpresiva medida implantada por el Ayuntamiento y que impide la parada y el estacionamiento de vehículos a lo largo de la calle más larga de la ciudad. Tras la renovación y ampliación de aceras en una parte de la avenida, la calzada sirve para que los coches pasen de largo y los comerciantes vean cómo los turistas cruzan la población sin oportunidades de dejar su coche ni indicaciones de dónde hacerlo. 

La medida no sólo es injustificada sino que además no aporta absolutamente nada ni a peatones ni a automovilistas. El ancho resultante tras la obra sigue permitiendo que haya coches aparcados y que el tráfico circule con toda normalidad. Fuentes fiables confirman que no hay ninguna razón técnica que impida la restitución de la situación previa. El ayuntamiento ha eliminado de un plumazo 35 plazas de estacionamiento de alta rotación, público y gratuito, que prestaban servicio a los residentes y a los visitantes, facilitando todo tipo de gestiones. Lo más curioso es el aspecto que presenta la Avenida de Covadonga, con un carril a todas luces sobredimensionado  y que ofrece una extraña imagen. La prueba evidente de que se podría seguir aparcando sin problema la tenemos en el tramo de tres carriles que sigue funcionando con toda normalidad y en el que no va a haber ensanche de aceras.

Nadie encuentra ninguna lógica para una medida que parece tomada sin contar con el vecindario ni con las necesidades de la capital turística de la provincia. Evidentemente hay aceras que han ganado 50 cm y ello es bueno para los peatones, sobre todo si no se invaden con chirimbolos o cachivaches publicitarios durante la temporada alta.

Naturalmente que para los no conductores o los que cuentan con plaza de garaje, la situación no es grave, pero también hay que pensar en los demás, como los cientos de miles de turistas que nos dejan su dinero o los cangueses que precisan de plazas de aparcamiento para su vida cotidiana.

En ningún momento la prohibición beneficia a nadie y todo son perjuicios. Los peatones se merecen medidas de seguridad tales como la implantación de la limitación de velocidad a 30 km/h dentro del casco urbano, la colocación de bolardos en aceras para impedir el estacionamiento en un espacio reservado para los caminantes y la instalación de reductores de velocidad de tipo blando en las proximidades de los pasos de cebra.

Por supuesto que las nuevas aceras quedan muy monas, pero eso no puede servir como excusa para una medida impopular y molesta, con la que nadie gana y todos pierden. La ciudad carece de una señalización de aparcamientos, ya que todas las plazas del parking del Lleráu no sirven de nada si el turista no puede hallarlas, al no existir indicaciones más que en la variante. Por si fuera poco el parking del Instituto permanece cerrado casi siempre y ello todavía complica más las cosas. No somos un buen ejemplo para el turismo nacional y Cangas de Onís exhibe una señalización penosa, sin señales informativas en los cruces principales.

El ayuntamiento debe tomarse muy en serio el monumental cabreo de muchos cangueses y rectificar a tiempo. Ya tuvimos que soportar la famosa iluminación con leds durante dos años y no es de recibo que a pocos meses de las elecciones se tomen medidas tan delirantes. Se podría experimentar con una zonal azul gratuita, limitada por horario, o incluso de pago, pero de ninguna manera podemos tolerar que el consistorio actúe como una apisonadora sobre los derechos de los ciudadanos, más aún cuando no hay explicaciones ni razones de peso al respecto.

Me imagino que ya iba siendo hora de que alguien dijera algo sobre el tema y me temo que el asunto puede pasar factura a todos sin que nadie gane nada.