OPINIÓN

Chubasqueros contra la crisis

Dicen que en 10 años nuestras vidas sólo se habrán resentido un poquito y que habremos salido de la crisis sólo con una leve dosis de radioactividad en nuestros cuerpos.

En 1961, el submarino nuclear soviético K-19 iniciaba, con 139 marineros a bordo, un prometedor recorrido que terminaría en drama dos semanas después. El 4 de julio, el sistema de refrigeración de su reactor nuclear comenzaba a fallar en pleno Mar del Norte, a 2400 kms de la Unión Soviética. Pero el submarino había salido al mar sin apenas recursos. La dramática situación fue narrada en la película americana “K-19”, donde Harrison Ford interpreta al capitán Nikolai Zateyev. El botiquín sólo tenía alcohol destilado y contra la radioactividad sólo había chubasqueros. Así, vestidos con un chubasquero, los marineros se enfrentaron a la radioactividad. ¿El motivo? Esa prenda, aunque inútil,  les hacía sentir más seguros a la hora de entrar en el reactor nuclear. Tras reparar la avería y ser rescatados, 22 marineros morían, mientras los 117 tripulantes soportarían secuelas durante el resto de sus vidas.

Algo similar está sucediendo en este país. Frente a la radioactividad de la crisis, nos ofrecen un chubasquero hecho de recortes en servicios públicos, regalos a los bancos y empeoramiento de condiciones a trabajadores y autónomos. Dicen que en 10 años nuestras vidas sólo se habrán resentido un poquito y que habremos salido de la crisis sólo con una leve dosis de radioactividad en nuestros cuerpos. No es la primera vez que nos ofrecen chubasqueros para problemas reales: El PP nos ofreció una ley de defensa del deudor hipotecario anulada por la UE por vulnerar los derechos de los deudores hipotecarios; el PSOE ocultó durante dos años el nombre y sueldo de los asesores que elegía a dedo en el gobierno asturiano... ¡pero no tuvo pudor en presentar una ley de transparencia! Mientras, ellos protegen sus privilegios con hormigón armado: la amnistía fiscal de Montoro, el incremento del 27% en el número de millonarios desde 2008, o la fortuna de 1,4 millones de euros evadida por Fernández Villa... Por ello, necesitamos un profundo cambio político, con pilares de hormigón, y no los chubasqueros que nos ofrecen los caraduras.