VICENTE G. BERNALDO DE QUIRÓS

El concejal justiciero

?A que no hay huevos Aparicio?

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Hay servidores públicos que están convencidos de que tienen una misión en la vida cuando toman posesión de un cargo y que han recibido un encargo divino que les hace ser imprescindibles en los puestos que ocupan. Su confianza ciega en ellos mismos les impide asumir las críticas y responden a las mismas con una huida hacia adelante que agranda todavía más sus errores. Este puede ser el caso del edil de Seguridad Ciudadana del ayuntamiento de Gijón, Esteban Aparicio, el concejal justiciero.

Pues resulta que al buen hombre solo se le ocurre sancionar con multas de hasta 200 euros a los componentes de una banda de gaitas que acudía en musical procesión al aniversario de una conocida sidrería en Cimadevilla, como ya había ocurrido años antes. Casualmente (¿o no tanto?), los gaiteros había protagonizado horas antes una rueda de prensa en la que criticaban los escasos apoyos municipales para desarrollar la música folclórica en la ciudad.

Cuando trascendió la multa y los periódicos y las redes sociales se llenaron de críticas a la decisión del edil, el concejal justiciero repitió como un mantra que la ley era igual para todos y que la normativa sobre ruidos que perturban el descanso de los ciudadanos era clara y nítida e impedía los actos que tuvieran más decibelios de lo registrado, siendo objeto de sanción.

El pasacalles de la banda de gaitas fue a las siete de la tarde, pero, no satisfecho con su impulso sancionador, al día siguiente impidió en un colegio concertado de Gijón la fiesta de fin de curso que con tanto esmero habían preparado los alumnos del citado centro, como resultado, al parecer, de la denuncia de un vecino. Eran poco más de las seis de la tarde.

A uno no le parece mal que las autoridades municipales traten de aplicar la normativa contra la contaminación acústica, pero vistas así las cosas, habría que impedir que los camiones de la empresa municipal de limpiezas salieran a primeras horas de la madrugada de sus cocheras para recoger la basura, dado el ruido que genera su paso y el manejo de los contenedores. 

Si Esteban Aparicio continúa con su cruzada contra los decibelios de más, tendría que impedir que el próximo mes de julio Gijón celebrara el polémico festival aéreo, teniendo en cuenta que la superación de la barrera del sonido por los aviones causa un estrépito excepcional.

Tiene una oportunidad el concejal justiciero de ser coherente. ¿A que no hay huevos Aparicio?

 

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