¿Son culpables los cormoranes de la escasez de salmones?

Cormoranes, salmónidos, pescadores y conservación

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photo_camera Nicolás López de SEO Bird Life

Los cormoranes y el salmón

Los salmónidos (y entre ellos su rey, el salmón) están desapareciendo de los ríos asturianos

Son muchos los factores objetivos que influyen en el descenso poblacional de esta mítica especie, autóctona de nuestras orillas: desde la pesca de arrastre en el mar hasta los vertidos y las diferentes fuentes de contaminación, el uso lúdico y masivo de tramos de corriente, la mala conservación de las orillas, la destrucción de frezaderos, o la presencia de barreras artificiales imposibles de superar para el rey del río. 

Sin embargo,  en Asturias se da por cierto que el descenso del número de salmónidos tiene que ver con el incremento en la presencia de cormoranes, unas aves acuáticas, alóctonas, que capturan peces sumergiéndose. Por ello, hace ya 14 años que el Principado autoriza cada temporada el control de la población de estas aves, permitiendo matar a un número determinado de estos pájaros para cada río salmonero. Un total de, aproximadamente, 3.000 desde el año 2005. 

La última de estas resoluciones, publicada hace apenas dos meses, autoriza la muerte de 240 ejemplares de cormorán en total para Asturias. 30 de ellos en el río Sella

¿Sirve para algo esta medida? La muerte de los cormoranes -amparada en el hecho de que influyen en el descenso de las poblaciones de salmónidos-  levanta opiniones encontradas a ambas orillas del Sella. De un lado están los pescadores, que apoyan la medida pero la consideran insuficiente y mal ejecutada. Y del otro, los conservacionistas, que la tachan de ilegal e ineficaz. 

«Los cormoranes están haciendo mucho daño a las poblaciones de truchas y anguilas, más que a los  salmones y, si no se empiezan a hacer controles más exhaustivos y en tiempo, nosotros vamos a dejar de llevar a cabo las repoblaciones porque trabajamos pa cebar a estos bichos», cuenta enfadado Antón Caldevilla, presidente de la Sociedad de Pescadores El Esmerillón, con más de 1.200 socios, partidarios de que se maten muchos más cormoranes e incluso de convertirlos en especie cinegética, «son aves muy listas. Si dejaran cazarlas los jueves y los domingos, estoy seguru de que esos días no vendrían», asegura convencido.

Anton-Caldevilla-el-EsmerillonAntón Caldevilla, de El Esmerillón, en el puente sobre el sella de Villanueva

Aunque Caldevilla reconoce otros factores que influyen en el descenso del número de salmónidos,  sabe también que muchos de ellos no se atajan ni se regulan por chocar con intereses económicos y políticos, «es verdad que la pesca marítima antes se hacía en una lancha con dos veles. Ahora salen barcos enormes, con redes enormes, a pescar cantidades enormes y, obviamente, a los ríos llegan menos salmones por ello. Si. Pero de esa pesca comen muchísimas familias. Además, y concretamente en el Sella, hay pozos y pedreros con una alta contaminación que no provocamos nosotros, que se nos echa la culpa y somos los primeros en recoger la basura de otros. Los pescadores amamos el ríu, lo limpiamos y además trabajamos gratuitamente repoblando, que estamos echando al agua más de 178.000 ejemplares de trucha y reo». Sin embargo, dice desconfiar del ecologismo y sentencia muy seguro que «la conservación es abusiva y hace que sobremos los pescadores. Discrepo de muchos biólogos, porque son gente que cree que se pueden guardar los raposos en los gallineros».

En la orilla de enfrente, Nicolás López, doctor en biología con amplia experiencia a nivel europeo y actual delegado en Asturias de SEO Birdlife, una ONG que tiene como objetivo la conservación y el estudio de las aves y sus hábitats. Su organización se ha adherido a la denuncia y a la petición del cese de los controles de cormoranes junto a varios colectivos más, afirmando que la matanza de cormoranes vulnera la legislación  y la directiva de aves europea, que está siendo ignorada desde la Administración regional. Nicolás afirma que el control poblacional de cormoranes ya se llevó a cabo, sin éxito, en otros países como Francia, donde a pesar de matar a 40.000 de estas aves la medida resultó inútil. «El problema del declive de las poblaciones de salmónidos  no es culpa de los cormoranes ni tampoco de la pesca deportiva, sino del estado de conservación de los ríos», asevera. «La solución satisfactoria pasa por recuperar el estado de las masas fluviales asturianas mediante medidas de conservación, limpieza y regulación de los usos. El cormorán es sólo una cabeza de turco y,  además, matarlos vulnera la legislación europea y no soluciona el problema, porque los salmónidos siguen disminuyendo y los ríos cada vez están peor».

Cormoran

Su conclusión lógica es que hay que cambiar la forma de actuar: «para que los salmónidos no terminen por desaparecer hay que cuidar y salvar los ríos». Para empezar a hacerlo, Nicolás propone como interesante una colaboración  y un trabajo conjunto «entre todos los colectivos preocupados, en los que incluyo a la mayoría de los pescadores». Esto y que se empiece a cambiar la forma de actuar desde la Administración –un punto en el que coincide con Caldevilla–.

Ambos coinciden también (aunque lo expresan con palabras distintas) reclamando valentía al Principado, para salvar el Sella y todos los demás ríos de Asturias. Trabajo eficaz. Conciencia y respeto. Regulación. Menos política y más visión de futuro y medioambiental para que el día de mañana siga habiendo salmones, pescadores y biodiversidad (bien cuidada y de la que presumir) en los ríos asturianos.