Las dos caras de la crisis económica que acompaña a la crisis sanitaria

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photo_camera Ramón, taxista en Cangas de Onís.

Crisis de la Covid-19

«No se si estará bien decirlo,  pero a mí esto del virus me ha venido muy bien, no se lo que durará esta racha». Esto lo comentaba la pasada semana la propietaria de un pequeño comercio de alimentación de Cangas de Onís, que ha visto como las ventas se dispararon desde que se decretó el estado de alarma y el confinamiento en los hogares. Los supermercados y las tiendas de alimentación son prácticamente los únicos que se salvan del tremendo bache económico que trae aparejado la crisis sanitaria de la Covid-19, un bache al que nadie le ve ni el fondo ni la manera de salir de el en el medio plazo, para evitar que los daños a la economía se reflejen en una tasa de paro desbocada, con lo que eso significaría para el país.

Hoy por primera vez en 34 años que llevo de taxista en Cangas de Onís no hice ni un servicio

En el otro lado de la balanza están muchos profesionales y empresas que continúan trabajando durante el estado de alarma, pero que no cubren ni los gastos. Un caso es el de los taxistas, que se pasan las horas en la parada sin que suene el teléfono ni se acerque nadie a solicitar sus servicios. José Ramón Vega Gutiérrez resumía así a EL FIELATO como está el panorama: «el viernes, por primera vez en 34 años que llevo de taxista en Cangas de Onís no hice ni un servicio y hoy,  mira que hora es [a las dos de la tarde] fui una vez a Les Roces».

El de las gasolineras es otro de los negocios que ha visto como la facturación ha caído en picado; de una venta de entre 10.000 y 12.000 litros al día han pasado a vender entre 1.000 y 2.000 litros, lo que supone que los turnos que antes eran de dos trabajadores se cubran sólo con uno. «Hay días que hacemos más caja de la tienda que de la venta de “gasolina”», apuntan. Pan, hielo y botes de cerveza se llevan la palma.