PARRES

«EL FIELATO nació para unificar la Comarca y dotarla de entidad propia»

El Padre de EL FIELATO relata los 25 años de historia y vicisitudes, desde que fundó el semanario


«Con el cambio de revista a periódico pasamos de 10.000 ejemplares al mes a 32.000»
«No hubiese podido hacer nada sin mi mujer. Carlota es una parte esencial de EL FIELATO»
«Estela Rosete, que aún colabora con nosotros, es EL FIELATO en Ribadesella»

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Unos creen en las casualidades y otros en las causalidades. EL FIELATO, el periódico mas leído en las Comarcas de Los Picos de Europa y La Sidra, no nació por casualidad. Fue un proyecto sopesado y arriesgado, que a primera vista parecía un suicidio empresarial. El periódico, antaño revista, brotó de la brillante imaginación de Francisco de Borja Márquez Llano-Ponte. Un hombre  de apellidos de abolengo que disfruta de las cosas sencillas.

La historia de EL FIELATO se remonta a los años 80. Por aquél entonces Borja era un empresario de éxito afincado en Avilés. “Me encantaban los rallies. En el entorno de La Casona de Fíos se disputaban numerosas e importantes pruebas así que animé a mi padre para que compráramos la finca”, señala el padre de EL FIELATO.

Una enfermedad le trajo poco después a la imponente propiedad familiar de Fíos, “donde siempre había querido vivir”. Una vez instalado en tierras parraguesas, comienza a colaborar con el extinto El Correo de Asturias. En ese diario reparó en que “el sistema informativo brillaba por su ausencia”. Ramón Díaz, delegado de La Nueva España en la Comarca, aún no se había incorporado al diario para el que ya escribía Josemar Carbajal, decano de los periodistas en la Comarca. El desaparecido Ramón Batalla informaba desde Llanes para La Voz de Asturias. Las radios llegarían mas tarde. Tino Pérez echaría a andar Cope Ribadesella “con un espectacular despliegue”. De aquella “la Comarca solo aparecía en la prensa si había algún incendio o moría alguien. Vigil era presidente del Principado y Trevín, un hombre que contribuyó enormemente al desarrollo de estra tierra, era alcalde de Llanes.

Por aquél entonces, a finales de los 80, “las infraestructuras eran inexistentes. No había   autovía. Ir de Cabrales a Infiesto llevaba, tranquilamente, hora y pico. Los autobuses Mento tenían que maniobrar para bajar el ríu Les Cabres”.

Después de más de dos años yendo y viniendo a Oviedo para dar forma a la información comarcal, El Correo echa el cierre. Al fundador de EL FIELATO se le ocurre crear una ruta de alquiler de cintas de vídeo. “Iba de Cabrales a Villaviciosa y me sirvió para conocer mejor la Comarca. Funcionó, pero con el nacimiento de las cadenas de televisión privadas el negocio empezó a ir en picado”.

Corría ya el año 91. “Pensé que una revista quincenal de la Comarca podía funcionar y empecé a madurar la idea”, relata. Crea una red de colaboradores “que se buscaban la vida” tanto para la publicidad como para las informaciones. “Estela Rosete, que aún sigue colaborando con nosotros, es sin lugar a dudas EL FIELATO en Ribadesella”. En aquella primitiva etapa EL FIELATO aún no llegaba a Villaviciosa, Cabranes y Nava.

La andadura del que se convertiría en pocos años en la principal fuente de información de los vecinos de la Comarca fue complicada en todos los sentidos.

La tasa de desempleo se situaba en un 18%. No había red de saneamiento y se comenzaba a recoger la basura en los pueblos. “Vivíamos de cuatro vacas y algo de turismo. En Cangas de Onis había cuatro hoteles. Chupa Chups, Arias y Nestlé eran las pocas fábricas que teníamos. En Parres, por ejemplo, el cooperativismo estaba muy vivo, sobretodo en el sector de la madera”, describe Márquez.

Una encuesta de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) señalaba que sólo el 10% de los habitantes de la zona leían periódicos. “Me encontré una zona atrasada, pero con muchas posibilidades. Las carreteras estaban llenas de baches y sólo había cuatro hoteles”.

En la zona no existía identidad de Comarca. “EL FIELATO fue una aduana entre municipios. Me pareció un nombre estupendo para nuestra revista porque yo quería eliminar esas barreras entre concejos”.

El actual diputado nacional Antonio Trevín ocupaba entonces el sillón de la Alcaldía de Llanes. “Trevín compartía mi visión comarcal. Creía que teníamos que unificar la zona para fortalecerla. De hecho él impulsó la desaparecida Mancomunidad”, recuerda con cierta añoranza.

Hace 25 años los políticos también eran distintos. “Los alcaldes eran paisanos sencillos, que velaban por los intereses de su pueblo. Iban a Oviedo a pedir cosas y cobraban un sueldín. Todos eran de PP o PSOE porque la UCD o CDS ya había desaparecido”, rememora mientras esboza una nostálgica sonrisa. Hoy, asegura, ese perfil político ha renacido. “Lo vemos en alcaldes como los de Onís y Cangas o en el vuelco que Alejandro Vega dio en su día a un concejo chiquitín y rural como Cabranes”.

Con el nacimiento de EL FIELATO  coincide que “todos, alcaldes y yo, queríamos lo mismo: que la gente se quedase en los pueblos y consolidar el turismo en la Comarca”.

La tecnología tampoco facilitaba la puesta en marcha de un medio de comunicación. El primer ejemplar de aquella revista quincenal se confeccionaba con un ordenador que poseía una pantalla más pequeña que la de un Ipad. “Ni tan siquiera había escáner de negativos. Recuerdo que cuando Tinelli puso la máquina de revelado en 24 horas nos hizo felices”.

Otro de los grandes escollos que debía superar la publicación era la falta de personal. “Estaba yo sólo. Trabajé muchísimo. Me encargaba de todo: publicidad, redacción, distribución...”. Borja se desplazaba a Gijón con las fotos y los textos. Les llevaba tres días componer la revista, a los que había que añadir otros cinco para la impresión. Hoy día se pregunta cómo fue capaz de sacar adelante el proyecto en solitario.

EL FIELATO comienza a crecer cuando mejora su sistema de distribución. Borja se encargaba de distribuir de forma gratuita la revista en tiendas, bares y restaurantes. EL FIELATO estaba también presente en los kioscos a un precio de 125 pesetas. Las ventas eran buenas. “Recuerdo que en el kiosco de Pepe de Cangas de Onis se vendían más Fielatos que ejemplares del Hola”.

“En Reino Unido se repartía diariamente a domicilio la leche acompañada de la prensa”, apunta. En Asturias lo que se repartía a domicilio era el pan. Así que, en un par de meses, “ya había convencido a las panaderías”. Fue un negocio redondo para todos: “nosotros llegábamos a todos los pueblos de la Comarca, donde ni tan siquiera eran capaces de acceder los diarios. Las panaderías vendían sus productos y, además, regalaban periódicos a sus clientes. Lograban así diferenciarse de la competencia”.

La idea de cambiar de formato y transformar la publicación en un periódico rondaba por aquel entonces en la cabeza de Borja. “Pero me di cuenta de que era inviable por el problema de la distribución. No había suficientes kioscos para dar salida a los 5.000  fielatos que veían la luz quincenalmente”.

El momento para cambiar de formato llego con la incorporación de Susana Peruyera, en octubre de 1992. “Tenía un expediente académico brillante. Le dije: Si no te ahogas en un vaso de agua vamos a tener el mejor periódico de la Comarca”, recuerda Borja.

Y resultó que la periodista parraguesa no se ahogó ni en un barril. En tan sólo dos o tres meses tuvo que aprender a confeccionar la revista y conducir, ya que tenía carné pero no usaba el coche con frecuencia. Tampoco conocía la Comarca el detalle.

Tres meses más tarde el fundador de EL FIELATO retomó la posibilidad de convertir la revista quincenal en periódico semanal. Peruyera pensaba que era una locura. “Yo veía que aquello era ya imposible porque no podíamos dar noticias. Desde que se producía la noticia hasta que salía la revista pasaban dos o tres semanas y los costes eran muy altos”, puntualiza.

Una vez tomada la decisión, se incorpora Carlos Márquez. “Mi hijo y Susana iban todas las semanas a Gijón para aprender a maquetar a la vez que hacíamos los primeros fielatos”, explica. “La situación era cómica. Carlos sabía conducir pero no tenía carné y Susana tenía carné pero no sabía conducir”.

Los primeros ejemplares aparecieron con la cabecera en verde y un total de 24 páginas. Se publicaban dos o tres páginas por municipio. El cambio de formato sirvió para “dar hostias a los de Oviedo, que hasta entonces vivían muy tranquilos”. Se creó más espacio para informar y opinar sobre la Comarca, aunque “la página tres siempre estuvo reservada para artículos de opinión”. Igualmente, continúa su columna porque “siempre tuve claro que quería escribir algo que leyera todo el mundo”.

Con el nuevo formato se disparó la tirada. EL FIELATO inició su andadura en 1991 distribuyendo 5.000 ejemplares quincenales. Pero con los panaderos regalando el periódico la cifra fue subiendo como la espuma: “subimos a 8.000 semanales. Es decir, pasamos de 10.000 al mes a  32.000 ejemplares mensuales”.

Los problemas para imprimir comenzaron a multiplicarse. “A los 7 meses de dar el salto a semanario, cierra la imprenta”. Las cosas se complican. “La Voz de Asturias quería que imprimiésemos allí. Yo les pedí que en el contrato reflejasen una compensación de dos millones de pesetas si por algún motivo no entregaban a tiempo el trabajo y no aceptaron”, arguye. Sabía que ante cualquier imprevisto primarían la impresión de su diario “y si no nos imprimían, nos cerraban”.

Borja decide imprimir en La Crónica de León. “Yo mismo llevaba a León los fotolitos, traía los periódicos y los distribuía por la Comarca”, asegura. Pero “a los seis meses me pidieron el doble por la impresión y me tuve que buscar otro sitio”.

Entonces el padre de EL FIELATO contrata la impresión en Lérida. “Cogía el disquete en Cangas lo llevaba a Gijón. Cuando estaban listos los fotolitos volvía a Arriondas y cogía una furgoneta que me dejaban Ton y Calo. Me iba a Lérida y dormía en la furgoneta mientras imprimían”, relata. La odisea para llevar EL FIELATO a sus casas le costaba a Borja más de 30 horas.

En el año 95 se imprimían ya 10.000 fielatos semanales. Borja se plantea adquirir una rotativa para poner fin a la odisea que representa la impresión semanal. En ese momento se presenta la oportunidad de adquirir una nave de conejos en Huexes.

Se abre la puerta. “Borja, sabes muy bien que esa nave se compró gracias a mi”. Quien introduce este matiz es Carlota Ron, madre de EL FIELATO y esposa de su fundador. “¿Cuánto tiempo vais a tardar, Borja, que te están esperando?”, dice  justo antes de cerrar la puerta nuevamente. Borja y Carlota son tierra y agua. Sólo ella, desde el sosiego y haciendo gala de su carácter pacífico, es capaz de aplacar el temperamento del ex director de EL FIELATO.

“Tiene razón. No hubiese podido hacer nada sin mi mujer. Carlota es una parte esencial de EL FIELATO”, dice Borja entre risas una vez se ha cerrado la puerta. “Quería comprar la nave, pero -como siempre- no tenía un duro. Carlota invitó a los propietarios, que no vivían aquí. Una vez en nuestra casa les dijo: Queremos comprar la nave pero sólo tenemos dos millones. Podemos pagarla en dos plazos?”. Para sorpresa de Borja, los vendedores accedieron.

Llegados a este punto, ya en el año 1995, con la tirada del periódico creciendo y una vez que se disponía de nave, Borja se decide a comprar una rotativa. “Como de costumbre, no tenía dinero. En la imprenta de Lérida tenían tres rotativas. La que usaban para imprimir EL FIELATO estaba casi parada. Les propuse comprarla y accedieron”, apunta Borja.

La inversión era tan alta que  ni se atrevía a contárselo a su padre. Fue otra aventura. “La trajeron de Lérida hasta El Morgueru dos trailers de Robledo. De ahí se trasladó por piezas en un camión grúa hasta nuestras instalaciones de Huexes”, detalla. Sólo el traslado “costó más de 400.000 pesetas” de la época. “Pedí un crédito a Caja Rural para pagar la rotativa. A veces le decía a Fernando Llenín: Esta semana no puedo pagarte”.

Borja plantando un texu en los jardines del Parador de Cangas de Onís, al poco de su inauguración.

Con la rotativa en su poder, “Subimos la tirada a 12.500 ejemplares y empezamos a trabajar en Villaviciosa, Nava y Cabranes. La segunda jugada fue crear EL NORA, todo en el mismo año”. María Márquez, la actual gerente, empieza a ayudar a su padre en esa época. “Susana y yo hacíamos los dos periódicos, pero en la empresa estaban también Victoria, Montse, Carlos y María”, puntualiza. “Javier Peruyera, el actual director, se incorporó en 1996”. La siguiente inversión de Borja fue en 1997, “cuando compré la nave de Central Lechera en Cangas, nuestras actuales instalaciones, y trasladé allí la redacción, rotativa y talleres”.

Y desde entonces, EL FIELATO creció y creció hasta alcanzar los 26.000 ejemplares y echar a andar el diario digital www.elfielato.es. “El mejor momento para mi fue la fiesta del 10º aniversario en 2001. Tenía todos los créditos pagados, celebraba mi aniversario de boda y todos mis hijos estaban aquí”, mantiene.

En cuanto a las noticias que más le gustó redactar, fueron “la inauguración del Hospital y el Parador Nacional, así como la finalización de la Autovía del Cantábrico”. Y le hubiese hecho feliz publicar que “se unían todos los pueblos de la Comarca y que EL FIELATO se convertía en un diario regional”.

Mirando al futuro, “lo que le queda por conseguir a EL FIELATO es precisamente eso, convertirse en un diario regional”. En este momentos “tenemos la edición digital para un público menor de 40 años y el papel para lectores más maduros”. En una Comarca envejecida, “supongo que afrontaremos el futuro con las dos ediciones, en papel e internet”.  Dice “supongo” porque la tecnología avanza a pasos agigantados. A buen seguro que EL FIELATO sabrá adaptar su paso para seguir caminando.