OPINIÓN

Gremios y apodos

Los apodos gremiales prácticamente han desaparecido

A veces, una repara en cuestiones poco trascendentales, que resultan -cuanto menos- curiosas. Hace unas semanas leía en este periódico un agradecimiento -a modo de esquela- de los familiares de un señor conocido como “El Molineru”, que había fallecido días antes. En primer lugar, como no podía ser de otra forma, me gustaría trasladar mis condolencias a sus allegados. 

Prosigo. Además de intentar recordar si conocía al difunto -creo que no- reparé en un asunto: los apodos gremiales prácticamente han desaparecido. Me vienen a la cabeza muchas personas mayores popularmente conocidas con un sobrenombre alusivo a su oficio: “El Molineru”, “El Madreñeru”, “El Barqueru”, “El Ferreru”... Es una tendencia que ha ido en declive. Convendrán conmigo que estas profesiones también han pasado a la historia pero, ¿por qué no bautizamos a nadie como “el camareru”, “el albañil”, “el abogáu”, “el cocineru”? Sin embargo, algunos gremios sí continúan sirviendo de apodo. Véanse taxistas y peluqueras, principalmente. En Arriondas encontramos a “Manolín el taxista”, “Armandín el taxista”, “Mari Carmen la peluquera”, “Sandra la peluquera”, “Fernando el peluqueru”. También se recurre a la profesión en los casos en que existen pocas personas desarrollando una actividad y/o han trabajado toda una vida de lo mismo: “Alfredo el zapaterín” o mi ilustrísimo, noble y honorable señor padre: “Pedrín el pintor”. 

Atención a los diminutivos, porque en los apodos gremiales -me imagino que con ánimo de expresar afecto- te vuelven pequeñín. Es comprensible que a mi padre, Alfredo y Manolo -que no son hombres altos- les llamen Pedrín, Manolín y “el zapaterín”; pero denominar así a Armandín el taxista, con su altura... ¡pues ya me dirán! Supongo que utilicen el diminutivo para distinguirlo de su padre.

A lo que vamos, que me pierdo. Los jóvenes estamos introduciendo nuevos hábitos. Nos referimos a las personas utilizando el nombre de la empresa que regentan o en que trabajan: “Rufino el del Lóriga”, “Loreto la del Manolo Jalín” "Montse la de Molina", "Loly la del Bulebar", "Moi el de la Tenería", "Eva la de La Plaza", "Liti el del Retiro", "Pablo el del Camín de Santiago",  "Elena la del Blanco"..... Son algunos de los vecinos de la Comarca del Nora con “sobrenombre empresarial”. Está claro que las cosas cambian, hasta en los gremios y apodos.