Emilio Loredo, el guardián de la capilla de San Antón de Pruneda

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photo_camera Emilio Loredo en la capilla de San Antón.

Mayordomo de la capilla de Pruneda

José Emilio Loredo Nozaleda lleva más de un cuarto de siglo velando por la conservación de la capilla de San Antón de Pruneda (Nava) y no se cansa. Minero jubilado y ganadero por afición, ejerce como mayordomo del templo desde 1994 -aunque a él no le gusta emplear ese término para referirse al cargo- en sustitución de Maximiliano Zapatero.

Supervisar las restauraciones que se llevan a cabo en la capilla o gestionar las cuentas son solo algunos de los cometidos que asume sin recibir contraprestación económica a cambio."Para mí la mayor recompensa es ver que tengo el apoyo de los vecinos, que colaboran en todo lo que les pido", asegura. Un ejemplo: en los últimos meses llegaron a subastar sesenta jamones para afrontar la rehabilitación del suelo de madera del altar.

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José Emilio delante de la capilla de San Antón.

Loredo insiste en que quiere que se le recuerde "como alguien que luchó por mantener vivas las tradiciones". En total son tres las fiestas que organiza anualmente en Pruneda: la de Nuestra Señora de la Consolación y la de San Benito, el 8 y 9 de septiembre, respectivamente, y la de San Antón, que tendrá lugar este mismo domingo. El evento será más especial si cabe porque servirá para completar el hermanamiento iniciado el año pasado con el pueblo cabraniego de Los Villares, donde también se venera a San Antón, patrón de los animales. La misa en la capilla de Pruneda se celebrará a las 13.00 horas.

"Hay que ocuparse de cuidar todos los detalles y de que no falte nunca gaita y tambor", apunta Loredo, que trabaja a pleno rendimiento para que todo salga a pedir de boca ese día. En el acondicionamiento y limpieza del templo le ayudan las vecinas Gela Criado y Elisa Gallego. El 26 de enero los de Pruneda devolverán la visita a sus vecinos cabraniegos y lo harán portando su figura de San Antón, que previsiblemente desfilará en procesión por Los Villares.

Investigaciones del vecino Marino Zapatero han permitido constatar que las capillas de Pruneda y Los Villares fueron fundadas por dos hermanos naturales de la parroquia de Celada. La primera fue inaugurada a iniciativa de José Suárez Fernández (y su mujer María Riestra) en 1749. La segunda la abrió cuatro años más tarde su pariente Juan Antonio Suárez. Tres siglos después sus sucesores continúan juntándose para disfrutar de una jornada de convivio.