La güerta de Piloña tiene futuro

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photo_camera Luis Alonso en su güerta de Argandenes.

El piloñés Luis Alonso Sevares tiene 29 años y una meta clara: vivir de la agricultura. Su tesón por cultivar sus propios alimentos y el hecho de ser el único vecino del concejo que mantiene viva la tradición de bajar a vender sus productos los lunes al mercáu de Infiestu le ha valido el reconocimiento público del mismísimo Rodrigo Cuevas. El artista multidisciplinar le citó este viernes, durante el pregón inaugural del 49º. Festival de la Avellana de Infiesto, como un ejemplo a seguir para que los pueblos tengan futuro. Una mención que el agricultor agradece enormemente. «Que un referente cultural tan importante tenga ese gesto tan bonito y reconozca y visibilice públicamente tu trabajo no tiene precio», asegura.

La idea de desarrollar una carrera profesional ligada al campo se le pasó por la cabeza a Alonso en el año 2017 tras encadenar varios trabajos precarios en el sector de la mecánica. «En casa siempre hubo güerta y al constatar que les fabes teníen buen preciu en el mercáu un amigo y yo nos animamos a plantar», resume. A base de ensayo y error sacaron adelante los primeros cien kilos de fabes en una finca que su abuela les cedió en El Fresnu. Dos años más tarde su esfuerzo tuvo recompensa: recibieron el premio a la mejor faba con sello de calidad IGP en les Xornaes Gastronómiques y Culturales de Villaviciosa. Un reconocimiento que dio impulso al negocio. «Sirvió para que la gente nos conociera y supiera que nuestro producto era sinónimo de calidad», explica.

Luis Alonso, único joven con puesto en el mercáu de los lunes,  tiene entre su cartera de clientes a Rodrigo Cuevas 

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Animados por el éxito comenzaron a cultivar nuevos terrenos en los valles de San Román y Miyares con el fin de doblar la producción en 2019 pero la meteorología les jugó una mala pasada. «Tuvimos una mala cosecha porque no paró de llover de septiembre a diciembre. La faba no acababa de curar bien y acabamos por quemar cuatro mil kilos. Una burrada. Perdimos un año entero de trabajo», lamenta. El varapalo hizo que su socio se desligara del proyecto y que Alonso aprendiera una lección valiosa: la importancia de diversificar la producción. «Les fabes siguen siendo mi seña de identidad pero ahora por si acaso planto también pimientos, tomates, coles de bruselas, patata, berenjena, lechuga, vainilles, cebolles, ajos, lombarda..», enumera.

Alonso echa en falta un mejor asesoramiento para los jóvenes emprendedores. «Hay demasiada burocracia y exigen muchos papeleos y permisos en regla»​

No todo son malas noticias para el agricultor, que vio como en mitad de la pandemia por coronavirus el Ayuntamiento de Piloña por fin daba luz verde a su solicitud para poner un puesto de venta ambulante en el mercado semanal de Infiesto. «Fue una alegría grande porque la lista de espera es larga», certifica. «La gente como soy de aquí desde el minuto uno me brindó muy buena acogida y tengo una clientela fiel. Lo que más me preocupa es tener suficiente género y variedad para atenderlos a todos como se merecen. Este año planté 50.000 cebolles y media hectárea de verdines”, cuenta. «Yo creo que a la gente le gusta porque tiene un sabor auténtico, es gourmet y ecológico porque intento no sulfatar», explica.

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Alonso echa en falta un mejor asesoramiento para los jóvenes emprendedores. «Hay demasiada burocracia y exigen muchos papeleos y permisos en regla», se queja. A medio plazo su asignatura pendiente es la de abrirse hueco en el comercio online y encontrar nuevos terrenos cultivables en Piloña para dar cumplimiento a los requisitos exigidos en la subvención que solicitó al Principado para poder poner en marcha la explotación agraria y que le obliga a tener cuatro hectáreas plantadas con fabes en 2021. Pese a que el reto no es sencillo el joven, propietario de la empresa El Fresnu S.C., no desfallece. «Sé que tengo mucho trabajo por delante pero estoy contento porque hago lo que me gusta. Trabajo en plena naturaleza y trabajo por mi cuenta, soy mi propio jefe», concluye.