Las mochilas ecológicas de una vecina de Cabranes triunfan en Francia

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photo_camera Laura Fernández con una de sus mochilas ecológicas.

Las mochilas más respetuosas con el medio ambiente las vende Laura Fernández Medina, bioquímica natural de Cabranes que, tras cursar un Máster en Ecofisiología vegetal en Francia y trabajar un año en el Instituto Nacional para la Investigación Agronómica de este país, renunció a un sueldo y a un empleo estable para lanzarse a diseñar sus propios bolsos. Lo hace bajo tres premisas fundamentales: que sean  de bajo impacto ecológico, de comercio justo y de mucha calidad. Así ha dado forma a la marca “Bhangara”, que en nepalés significa tela de cáñamo. Y es que todos sus productos están hechos con fibras vegetales de esta materia prima. Aunque reconoce que ser emprendedora no es sencillo, entre otras cosas por las dificultades para encontrar financiación, no se arrepiente del camino elegido.

En Nepal usan el cáñamo para vestirse porque es duradero, resistente y liviano. Nos gustó mucho porque es biodegradable y allí crece en la naturaleza, hasta por les sebes, y gracias al monzón no necesita ni riego.

La idea de fabricar mochilas de cáñamo surgió a raíz de que su pareja y socio en la empresa, Hugo, le regalara un viaje a Nepal por su cumpleaños, a finales de 2017. «Él sabe que me gusta mucho el monte y como en la zona de Francia donde vivimos no hay, lo organizó todo para que subiéramos al campo base del Annapurna», explica la bioquímica.

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Además de hacer trekking por el décimo pico más alto del mundo, la cabraniega tuvo tiempo, en sus casi dos semanas de estancia en Nepal, de constatar que los comercios locales estaban repletos de ropas coloridas hechas con cáñamo. «Lo usan para vestirse porque es duradero, resistente y liviano. Nos gustó mucho porque es biodegradable y allí crece en la naturaleza, hasta por les sebes, y gracias al monzón no necesita ni riego. Además, por su composición química no necesita tratamiento ni pesticidas y es muy resistente a plagas», resume.

Un día antes de tomar el vuelo de regreso a casa conocieron, por casualidad, a un fabricante de textil, con el que siguieron manteniendo contacto al llegar a Francia. Los 7.000 kilómetros de distancia no fueron impedimento para que se organizaran y lograran sacar a través de su mediación la primera colección, que gozó de buena aceptación entre el público. «En navidades vendimos como 700 piezas en apenas un mes», cuenta la bioquímica.

Podíamos haber hecho la vista gorda y seguir fabricando con ese proveedor pero no dormiríamos con la conciencia tranquila

Tras el éxito cosechado decidieron volver a Nepal para diseñar “in situ” nuevos modelos en 2018. Entonces llegó la primera decepción: la tela resultaba barata pero las condiciones de las personas que trabajaban en el taller eran demasiado precarias. «Podíamos haber hecho la vista gorda y seguir fabricando con ese proveedor pero no dormiríamos con la conciencia tranquila», cuenta. Así que optaron por dedicar su estancia a localizar nuevos socios. Las pesquisas dieron sus frutos y encontraron dos talleres: uno con certificado de comercio justo en el que se enseña a coser y a teñir a mujeres en riesgo de exclusión social y otro más familiar, regido por una sherpa y un exiliado tibetano. «A este último le encargamos las piezas que son un poco más difíciles porque tienen más de veinte años de experiencia en el sector, y son los nos dicen si los diseños son viables o no», narra Fernández.

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Aunque las mochilas de cáñamo  siguen siendo su especialidad, la pareja ha ido aumentado el catálogo de “Bhangara”, en el que también incluyen bolsos, fundas para ordenador, monederos o pitilleras de casi todos los tamaños y colores. «Tratamos de mejorar hasta en el más mínimo detalle. Por ejemplo las correas que usamos eran sintéticas al principio pero las cambiamos por algodón que tarda menos en biodegradarse», asevera. «El secreto es darse cuenta de que una sola no puede con todo y rodearse de los mejores profesionales en cada área: desde los proveedores hasta los desarrolladores web o el responsable de fotografía para dar la máxima calidad», afirma.

Como tantos otros proyectos, el suyo ha sufrido los efectos negativos de la crisis sanitaria del coronavirus, que les ha obligado a suspender, por precaución, todos los viajes a Nepal programados para este año. Sin embargo, Fernández se queda con lo bueno. «Creo que con esta situación la gente está tomando más conciencia de la importancia de cuidar el planeta. De hecho cuando acabó el confinamiento notamos un repunte en las ventas», asegura.

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Tras lograr comercializar sus mochilas ecológicas en Francia y Bélgica su próximo reto es contar con puntos de venta físicos en España y, sobre todo, en su Asturias natal, tierra en la que vive buena parte de su familia y a la que, según, reconoce echa de menos. «Si la evolución de la pandemia es favorable lo más seguro es que este deseo se cumpla antes de que acabe el año», adelanta. Mientras tanto ofrece sus artículos a través de la página web de “Bhangara”, que a partir del próximo 20 de octubre estará disponible en idioma español.