Navidades a más de 17.000 kilómetros de casa y la familia

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photo_camera Andrea Fernández Gómez, en Australia.

Navidades en Sidney

Las veinteañeras Andrea Fernández Gómez y Merche González Valdés, una de Cangas de Onís y la otra de Arriondas se han hecho inseparables en Sidney, a más de 17.000 kilómetros de sus hogares. Aquí no tenían relación. Cosas de la vida.

Las dos van a pasar estas Navidades con la familia de amistades que han hecho en Australia, adonde las dos viajaron con visa de estudiante y de donde no pueden salir, de momento, a causa de la pandemia del Covid-19  que afecta al mundo.

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Merche González y Andrea Fernández, hace unos días en un partido de rugby.

Andrea y Merche siguen en lejanía  –nunca mejor dicho– la situación de España y de sus familias, a las que añoran, porque en Australia el virus nunca causó los estragos que está causando en Europa. «Australia tiene un gobierno muy estricto, yo creo que han tomado las decisiones oportunas para mantener nuestra libertad y calidad de vida, a día de hoy nos sentimos afortunadas de tener una vida “normal”», asegura Andrea para apuntar  que «nuestro enemigo no ha sido el virus (por fortuna), sino nuestra propia mente. No sabíamos lo que era echar de menos de verdad a alguien, sin saber si volveríamos a abrazarnos algún día». Eso es lo más duro de la lejanía, la familia, aunque la canguesa tiene muy claro, vista la situación acertó quedándose allí, «tras más de 9 meses de pandemia, ha sido la decisión acertada, ya que durante este tiempo hemos podido seguir disfrutando de la experiencia de vivir en un país como este, lleno de oportunidades para la gente joven y donde puedo estudiar y trabajar de manera estable a la vez. Pero la verdad es que sólo cuento los segundos para fundirme en un abrazo con mi familia y la gente que quiero, que es el aprendizaje que me llevo de esta pandemia».

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Vida diaria en Sidney, sin mascarilla.

Hasta ahora, la vida en Sidney era muy diferente a la nuestra, sin mascarilla obligatoria, sin distancia de seguridad y con público en los eventos deportivos y culturales, pero en las últimas horas el incremento de casos endurecía las medidas restrictivas también allí.

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Andrea y Merche con unos amigos en un partido de rugby.

Desde octubre de 2019 en Australia

Andrea llegó a Australia el 8 de octubre de 2019, era su segunda estancia en aquel país, tras los seis meses que pasó allí cuando terminó los estudios universitarios. Esta vez viajaba con suprimo Jaime. «Decidimos vivir en Sydney debido a la gran oferta académica, y al estilo de vida. Australia es un país lleno de oportunidades para la gente joven, como yo digo parece una vida de cuento». Pero pronto comenzaron a llegar noticias de Europa, «nunca olvidaré ese mensaje de mi madre a finales de febrero advirtiéndome de que había aterrizado un avión procedente de China con un virus hasta el momento desconocido. Yo, inocente de mi, me reía de lo “dramática” que parecía ser mi madre», recuerda.

De febrero a marzo los días discurrían entre la incertidumbre y la angustia. «Aquí el gobierno australiano actuó rápido y las fronteras internacionales se iban cerrando, obligándonos a tomar una de las decisiones más duras de nuestra estancia. Quedarnos o volver a España». Jaime cedió a la angustia y decidió volver a casa, «yo me quedé» sentencia Andrea, que recuerda aquellas semanas «pegada al móvil, viendo lo que estaba ocurriendo en España y en Europa. Eran noticias desgarradoras y la preocupación por la familia, lo más duro de llevar».

Andrea estudia marketing y de lunes a viernes trabaja en un café y también cuida de dos niños de una familia australiana. Y las vueltas que da la vida, la marcha de su primo terminó juntando a Andrea y a Merche, la parraguesa que también viajó a Australia a estudiar, «Nunca habíamos tenido relación en España y aquí somos inseparables, nos mudamos juntas con otros amigos durante la cuarentena en Sidney y desde marzo vivimos juntas».