«Lo mejor del peregrinaje es el tiempo que le dedicamos»

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Peregrinos del Camino del Norte

Los peregrinos de los caminos de Santiago que pasan o nacen en Asturias forman una población flotante de miles de personas cada año. Pasan a nuestro lado y, como mucho, les deseamos ¡Buen camino!, pero no sabemos nada de su peregrinaje. El Fielato inicia hoy una sección dedicada a estos caminantes.

Son las siete de la tarde y al llegar al albergue La Rectoral, en Priesca (Villaviciosa), abierto recientemente, encontramos a dos peregrinos cenando. Acaban de preparar sendos platos de pasta, que riegan con una botella de vino tinto. Están cansados, con los pies doloridos y con ampollas, pero se encuentran eufóricos por las sorpresas que les depara el paisaje y el paisanaje que les salen al paso.
Son Johann Sass, austriaco de Viena, de 57 años, y Klaus Rützer, alemán de Nuremberg, unidos por el Camino. Ambos salieron de Irún, pero coincidieron por primera vez, hace cuatro jornadas, en San Vicente de la Barquera (Cantabria) y, desde entonces comparten itinerario y descanso. En esta ocasión, el alto lo hicieron en la casa de peregrinos La Rectoral, en Priesca, inaugurada esta temporada en la antigua casa rectoral, frente a la iglesia prerrománica de San Salvador, e impulsada por Susana Pando.

PASAPORTE DE LOS PEREGRINOS

 - Nombre: Johann Sass y Klaus Rützer
 - País: Austria y Alemania
 - Edad: 57 y 62
 - Punto de partida del Camino: Irún

En la sobremesa, y disfrutando de un vaso de vino tinto, los caminantes dicen que lo mejor del camino es el tiempo del que disponen. Hay mucho tiempo para caminar -una media de 4 kilómetros hora-, para pensar, para comer y beber, y también para descansar. Todo está centrado en el recorrido de cada etapa, con una media de 22 kilómetros diarios.

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Johann y Klaus en el albergue La Rectoral.

Están casados, con hijos, pero sus familias les han dado el beneplácito, una vez más, para iniciar la aventura.
Johann, jubilado como conductor en Viena, ya hizo el Camino del Norte hace cuatro años. En aquella ocasión lo acompañaba su hija. Este año, desde que sacó los billetes de avión en diciembre, ansiaba que llegara abril para repetir la experiencia, esta vez en solitario, aunque el azar le haya puesto en el camino a Klaus. Por el momento, “somos compatibles”. Ambos coinciden que el Camino no es para hacer amigos. Generalmente, cada uno va a su paso y planifica los descansos de acuerdo con sus fuerzas. Johann es el cocinero del tándem, afirma que está acostumbrado, porque lo hace a diario en su casa, ya que su esposa trabaja.

Klaus, que también salió de Irún, no tiene palabras para elogiar a España. Dice que sus vecinos no daban crédito de su proyecto de echar a andar por los caminos de España. El año pasado hizo el Camino Francés, 700 kilómetros de Pamplona a Santiago. En esta ocasión eligió el Camino del Norte y está impresionado por el paisaje. El hecho de toparse con el mar de forma inesperada en un recodo de la ruta no deja de impresionarles y eso les ha pasado muchas veces en las últimas tres semanas pateando el País Vasco, Cantabria y ahora, Asturias. Al hacerles una foto delante de la iglesia prerrománica de Priesca, Klaus, jubilado de una empresa de calefacción y fontanería, dice que le extraña encontrarse en España las iglesias cerradas, y aprovecha para mostrar las fotos con las velas que encendió en los últimos meses, dedicadas a su hija con problemas de salud. Ya tiene decidido el camino del año que viene. Será la Ruta de la Plata, de Sevilla a Santiago.

Al día siguiente, se pusieron en marcha a las siete y media de una mañana lluviosa. El tiempo no les incomoda, y para corroborarlo, Johann nos muestra una foto de Viena nevada. “Para mí, éste clima es muy suave”, afirma, mientras recorren el tramo del Carrusotu, protegidos con chubasqueros, en dirección a Sebrayo.

Sólo nos queda desearles, ¡Buen camino!

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Johann y Klaus en el tramo entre Sebrayu y Priesca, en Villaviciosa.

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