Opinión

Las piedras del Camino de Santiago

Ya se puede hacer el Camino de Santiago, porque las autoridades afirman que es seguro. Claro que si se siguen las medidas de seguridad e higiene que aconsejan los sanitarios. Y eso es una buena noticia porque el Patrimonio de la Humanidad desde hace unos cuantos años es un lugar ideal para el paseo, la reflexión y el conocimiento cultural.

Los ciudadanos de media Europa recorren las diversas bifurcaciones del Camino de Santiago por razones bien diversas. Desde las religiosas, inicialmente el motor para conocer la tumba del apóstol, hasta otras que quizás ahora sean mayoritarias, como las deportivas, las saludables, o las simplemente emocionales.

Tratar de alterar su espacio con chiringuitos o mixtificaciones sobre la leyenda jacobea lo único que conseguirán es que se adultere una forma de cultura comúnmente aceptada y los peregrinos se alejen tanto sentimental como económicamente de su modelo de ser.

Pero ya han empezado los cortoplacistas a plantear un Camino de Santiago aséptico y plano como la palma de la mano, reclamando que no sea necesario seguir los designios urbaní-sticos y arquitectónicos para poder recibir ayudas a quienes abran un negocio vinculado a la ruta jacobea.

Y es que las piedras y el paisaje son los dos elementos claves para que el Camino de Santiago sea Patrimonio de la Humanidad. Tratar de alterar su espacio con chiringuitos o mixtificaciones sobre la leyenda jacobea lo único que conseguirán es que se adultere una forma de cultura comúnmente aceptada y los peregrinos se alejen tanto sentimental como económicamente de su modelo de ser.

Tratar de alterar su espacio con chiringuitos o mixtificaciones sobre la leyenda jacobea lo único que conseguirán es que se adultere una forma de cultura comúnmente aceptada y los peregrinos se alejen tanto sentimental como económicamente de su modelo de ser.

Afortunadamente, los responsables eclesiales y turísticos han puesto ya freno a estas reclamaciones horteras de quien solo entiende el turismo como negocio y no como un patrimonio de todos, incluidos los que nunca han seguido la ruta hasta Compostela.

Velar por la historia y el patrimonio cultural del Camino de Santiago es una necesidad imperiosa, no solo de las autoridades y de los pueblos por donde transcurre, sino también por los peregrinos y los habitantes de los paisajes que lo circundan.

Por el momento, se ha puesto coto a la cultura de la masificación y del todo vale en albergues, posadas y entornos hosteleros del Camino de Santiago. Pero solo el hecho de que hayan salido a la luz y algunos altavoces le hayan servido como transmisor de esta idea nos debe obligar a estar muy alerta ante la posibilidad de que vuelvan a la carga. Porque son muy vulgares, pero también muy tenaces y el Camino de Santiago no puede permití-rselo.