RINSENA

La puya de San Antonio sigue viva en Rinsena

POR TAMARA LLAMEDO
Se celebra en la localidad llanisca, fronteriza con el concejo de Cangas de Onís, el Viernes Santo

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Puya en Rinsena, Llanes

 

Rinsena se asienta en un valle, en el concejo de Llanes, rodeada de montañas y con una carretera de acceso plagada de baches, razón quizás por la cual hasta allí no llegan las hordas de turistas que llenan nuestra Comarca estos días. Un lugar tranquilo y familiar, donde los habitantes reciben sonriendo y te hablan como viejos amigos a los que has tardado demasiado tiempo en ir a visitar.

Cada año, en el mes de junio, Rinsena celebra San Antoniu, una fecha muy especial cuyo santo tiene residencia fija en la pequeña capilla del pueblu, junto a fotos enmarcadas de los vecinos compartiendo música y mantel. El día de la fiesta, San Antonio sale a pasear por el pueblu, acompañado de canciones, tambores y panderetas, los llaniscos y llaniscas bailan delante de la capilla y se rifa el ramu, como en cualquier buena fiesta asturiana.

Entroncada a la festividad de San Antonio, en Rinsena tiene lugar cada Viernes Santo la conocida como Puya de San Antonio, una  tradición singular de la Semana Santa que consiste en una subasta de productos, todos aportados por vecinos y allegados, destinada a recaudar un dinero que sirve para conservar la capilla y la tradición festiva del pueblo.

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Pepe Cueto preparando los lotes.

El pasado viernes, a mediodía, después de la misa y con una temperatura más de invierno que primaveral, delante de la capilla de Rinsena se formó todo un escaparate de productos asturianos: bolsas de nueces, patates, quesos, vino, chorizos, fabes, miel, huevos, arroz con leche, boronas…hasta un gallo. Una vez hechas todas las aportaciones y montado el corro de personas alrededor del lugar, el puyador oficial de la fiesta, Pepe Cueto, inauguró la puya, en la que fue organizando “lotes” de  productos por los que marcaba un precio de salida que iba incrementándose  de voz en voz entre los asistentes. Con este sistema se pagaron por las boronas, las cuales podrían clasificarse como el producto estrella,  80 y 75 euros. En el corro se comentaban anécdotas,  como que hubo años que el pique entre dos compradores llegó a poner la borona a precio de oro,  que la puya de este año fue relativamente modesta teniendo en cuenta que un año,  entre los productos aportados por los vecinos llegó a haber una finca, por la que se puyó hasta las 12.000 pesetas, o que antes era más común llevar corderos para puyar por ellos pero sucedía que los animales acababan muriendo de viejos en casa del comprador, lo que elevó la borona a la cima de la puya, porque a ella no se le coge cariño.

Finalizada la puya, con la que se recaudaron cerca de 700 euros, hubo una espicha a base de empanadas, tortillas y tortos con queso y miel, todo ello maridado con vino, excelente sidra casera y la amabilidad de los vecinos de Rinsena. Tal vez ellos no son conscientes pero con  esta fiesta, además de recaudar dinero para San Antonio, “captan” socios  para su acogedor pueblín, del que se parte deseando volver.

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Un momento de la puya en Rinsena.