Opinión

Viejos y enfermos

Está claro que si eres vieyu y estás malu lo peor e pa ti, y que salvo a la familia y amigos las pérdidas del coronavirus, del cáncer, del Alzheimer o de la gripe asiática no interesan a nadie.

Ya decía mi güela aquello de “mal del que muerre si al cielo no va”.

Sin embargo, si nos ponemos a observar las cosas con la mirada experta de nuestros financieros, la epidemia ha sido, como ya les adelantaba yo hace unas semanas, una auténtica salvación entre tanto desastre.

Cuando cuadren las cuentas van a encontrarse como poco con 10.000 pensionistas menos y con millones de euros de más. Ni Lourdes hace tanto milagro en un tiempo tan corto y con un esfuerzo tan mínimo.

Decía la prensa hace unos días que “el coronavirus ha propiciado un hecho insólito en España: por primera vez, ha bajado el gasto mensual que asumen las arcas públicas en pensiones de jubilación, viudedad, orfandad e incapacidad permanente, entre otras”.

Hace gracia que los que escriben la proeza parezcan sorprendidos. Llevan meses contando muertos y conchabándose con el Ministerio que dice que, a lo mejor, pero que habrá que confirmarlo, “la pandemia habrá influido en términos de mortandad en mayor medida sobre el colectivo de las personas de mayor edad”. Pa mexar y no echar gota.

Cuando cuadren las cuentas van a encontrarse como poco con 10.000 pensionistas menos y con millones de euros de más. Ni Lourdes hace tanto milagro en un tiempo tan corto y con un esfuerzo tan mínimo.

Y eso que lo del esfuerzo me lo rebobino, porque en algunas comunidades que no cito, el manual del triaje, que es como llaman en los hospitales a la derivación de los enfermos, lo ponía clarito: nada de vieyos vulnerables. Y la gama de la vulnerabilidad varía mucho, pero en general, de los 80 pa arriba es difícil gozar de buena salud, y de los 80 pa abajo hay que resistir con voluntad de cartujo.

Con suerte habrá calima, y en septiembre conjunción de microbios entre el coronavirus que no se fue o que vuelve, la gripe que llega y la gastroenteritis que circula. Una bendición para el erario público que despilfarrará el sobrante en idioteces, como siempre.

Yo pienso lo que me da la gana, pero preferir a los sanos, desechar viejos, enfermos y discapacitados, me recuerda a un régimen político que practicaba este tipo de selección. A nosotros se nos llena la boca con la ética y con los derechos humanos, pero no tenemos escrúpulos en abandonar a los más vulnerables, a los que ya no pueden producir porque ya no tienen ni edad, ni fuerza, ni cabeza, ni salud. Da que pensar.

Ya estamos en verano y el virus se enquista en algunas residencias de ancianos. Con suerte habrá calima, y en septiembre conjunción de microbios entre el coronavirus que no se fue o que vuelve, la gripe que llega y la gastroenteritis que circula. Una bendición para el erario público que despilfarrará el sobrante en idioteces, como siempre.