Opinión

Adiós Valdediós adiós

Valdediós, Parador Nacional

Una noticia de esta semana me da pie para expresar mi opinión sobre un asunto que la gente lo centra en si vienen unos monjes o marchan otras. Desde mi punto de vista, el problema pasa por qué hacer con un lugar en el que gastamos –con dinerito de todos– millones y más millones, a los que se les sacan nulo rendimiento. Los monasterios hace siglos se mantenían a base de impuestos que pagaban todos los habitantes de los alrededores del mismo.

En la España actual, una fórmula para mantener edificios históricos fue la creación de la Red de Paradores del Estado, que de casualidad no fue vendida a un Fondo Buitre –tipo las viviendas sociales de Ana Botella en Madrid– por la golfería mandante en aquellas épocas.

Pero desde tiempos del presidente Pedro de Silva, allá por los 80 del siglo pasado, Valdediós siempre  fue un valle donde meter millones y millones para producir nada y, lo que es peor, para mantener algo tan guapo, como caro e inútil. Así que con la marcha de las últimas monjitas inquilinas del monasterio hemos de ponernos serios y pedir a los que gastan bien o mal nuestros innumerables impuestos, que se pongan manos a la obra, para que este asunto “Valdediosano” no solo no nos cueste, sino que nos produzca retornos. Porque claro, lo sencillo es que los curas nos echen sermones y pidan dinero para reparaciones. Pues no.

valdedios

Y llegados a este punto solo quedan dos soluciones viables económicamente:

Cerrar el Monasterio y llegar a la casilla de salida en las últimas décadas de los 80, es decir, a dejar que se caiga, o ponerlo en funcionamiento positivo y ser gran generador de empleo y riqueza para toda la Comarca de la Sidra.

Alineando los “astros pertinentes”, léase Ayuntamiento, Principado, Gobierno Central para el asunto del parné, y a la vez alinear a los astros de la curia, asunto concluido.

Resumen de los resúmenes. Señores políticos y, en este particular caso, pongan la millonada de pasta gansa que los contribuyentes apoquinamos a funcionar. Y  la única manera rentable Valdediós es hacer un Parador de Turismo. Pero como las cosas de palacio van despacio, existe otra modalidad a estudiar que es buscar inversores ––no Buitres como los de Ana Botella y las viviendas sociales de Madrid––, sino gente que mediante concesiones administrativas pongan los recursos necesarios para echar a andar el motor encasquillado desde décadas en Valdediós. El asunto no pasa por quitar o poner monjes. Ellos no mantienen tan majestuosos edificios. El tema debe de ser poner en valor lo que hay, que es muchísimo.  Pues ya saben: pónganse de acuerdo políticos y curas, porque que vengan unos u otros monjes no es solución a un gran problema, cual es mantener el edificio y alrededores.