Opinión

El pecado de la Carne, y la Leche

Corren malos tiempos para la ganadería. También es verdad que, ¿cuándo corrieron buenos?. Recuerdo, desde que tengo uso de razón, escuchar a mi abuelo, Ramón de Segundín, quejarse de lo que le pagaban por un “pintu”, de lo que le subían el kilo del pienso y de lo que bajaba el litro de la leche.

El sector de la ganadería siempre ha sido seña de identidad de nuestra comunidad autónoma, no sólo por su influencia en el ámbito económico, sino también por su carácter moldeador de ese paisaje característico que lleva a Asturias a identificarse con un paraíso natural. Y además, por si aún fuese poco, la ganadería ha labrado fuertes personalidades, corazones duros, en definitiva, ilusiones de futuro dibujadas en la tez curtida del paisanaje del campo asturiano.

Han sido siempre el eslabón más débil, y a pesar de ello, siempre están donde tienen que estar. Creo que los políticos tenemos la obligación de amplificar su voz, de ayudarles en sus reivindicaciones, de impulsar, cada uno desde nuestras competencias, todo lo necesario para poner un granito de arena más en el objetivo de hacer la vida más fácil a las gentes del campo.

Las gentes del campo siempre han sido luchadores y reivindicativos, exigiendo precios justos por aquello que miman y trabajan con sus propias manos, pero también, con el mayor cariño por una profesión que sin duda es de héroes. Por eso, hoy en día, con la cercanía de esta crisis del COVID-19 que tan fuerte ha golpeado a todo el mundo, el mejor ejemplo de superación, de implicación, y de un sector fundamental en el mantenimiento de la cadena alimentaria es el que nos han dados nuestros ganaderos y nuestras ganaderas.

Han sido siempre el eslabón más débil, y a pesar de ello, siempre están donde tienen que estar. Creo que los políticos tenemos la obligación de amplificar su voz, de ayudarles en sus reivindicaciones, de impulsar, cada uno desde nuestras competencias, todo lo necesario para poner un granito de arena más en el objetivo de hacer la vida más fácil a las gentes del campo.

Por mi compromiso político con el campo, y con mis ganaderos y ganaderas, entendiendo además la dificultad que pueden tener desde esa posición más débil frente a una posición de mayor fortaleza como la que pueden ejercer las empresas que les compran sus productos, me siento en la necesidad de expresar la necesidad que tiene el sector de unirse y luchar juntos contra los atropellos de los sectores políticos y económicos.

Ni una gota de leche, ni un céntimo más, lo justo para el ganadero, el homenaje a cada una de las gotas de sudor que bajan por su frente día a día, el trabajo por la ilusión de sacar la familia adelante.

Unión en Asturias, para impedir que vuelva a suceder. Para evitar que empresas lácteas vuelvan a pactar precios, como así lo ha determinado la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC)  entre los años 2000 y 2013, y que ha supuesto la imposición de sanciones de alrededor de 80 millones de euros a 8 industrias lácteas.

La Comisión ha determinado claramente que estas empresas se ponían de acuerdo para bajar el precio de la leche al ganadero, perjudicándoles económicamente a la vez que convertían a los ganaderos en cautivos de sus voraces intereses empresariales y de su elevada posición de fuerza.

Hoy, el ganadero tiene que ser valiente para reclamar sus derechos cercenados en el pasado, con el convencimiento de que tiene un mes para reclamar con garantías lo que es suyo. Además, no debe dejarse atemorizar por presiones externas, no es una lucha contra ninguna empresa, y no sería inteligente plantearlo de ese modo, es la reivindicación de lo que es del ganadero, la suma del céntimo a céntimo que dejó de ingresar por los litros de leche entregados durante 13 años. Ni una gota de leche, ni un céntimo más, lo justo para el ganadero, el homenaje a cada una de las gotas de sudor que bajan por su frente día a día, el trabajo por la ilusión de sacar la familia adelante.

Unión en la carne. Porque tenemos las mejores razas productoras de carne del mundo, la asturiana de los valles y de la montaña. Estamos en un mundo globalizado con una fuerte presión de mercados, y donde debemos apostar por la calidad de la carne asturiana como aspecto diferenciador de otras carnes con menor consideración alimentaria y gastronómica.

En la unión bajo esa marca de calidad está el futuro del sector. Un futuro que pasa por ese plus de garantía de calidad que provee la IGP a la carne de nuestros productores, pero también en esos céntimos por kilo que se incrementa el valor de los animales que venden nuestros ganaderos después de mucho sacrificio de cría y de mejora genética.

Muchos productores y comunidades anhelan para sus productos alcanzar una IGP, Identificación Geográfica Protegida, es decir, ser un  producto agrícola, alimenticio o de otro tipo, que posee un origen geográfico determinado y que tiene alguna calidad o reputación que se debe a dicho lugar de origen. En Asturias, nuestras razas la tienen, la IGP Ternera Asturiana, un sello que pone en valor una producción  basada en prácticas de manejo tradicional, respetuosas con el medio ambiente y con el bienestar de los animales en el proceso de cría.

En la unión bajo esa marca de calidad está el futuro del sector. Un futuro que pasa por ese plus de garantía de calidad que provee la IGP a la carne de nuestros productores, pero también en esos céntimos por kilo que se incrementa el valor de los animales que venden nuestros ganaderos después de mucho sacrificio de cría y de mejora genética.

Estamos en un momento importante, donde debemos dejar atrás las tentaciones del mercado, del cortoplacismo, y pensar en un futuro del sector en Asturias, fuertemente ligado al arraigo de la tradición ganadera, a la calidad de nuestros productos y siempre de la mano del buen saber que atesora la tradición ganadera de nuestra región en la figura de nuestros ganaderos y ganaderas.

Gerardo Sanz es el alcalde de Llanera