Opinión

A tus pies Manolo

Voy a darte la razón, una vez más, Manolo. Tú, que siempre decías que se acuerdan de la gente cuando ya está muerta... Y ahora me pongo yo a juntar cuatro letres para despedirme de ti.

Nunca quisiste tener notoriedad, pero va a resultar que Piloña ya no va a ser lo mismo sin ti, y además por muchos motivos.

En primer lugar, porque no conocí un cronista más escrupuloso con los datos ni más atento con los protagonistas, aunque siempre me dijeras que los que tenemos carrera debemos corregir a los aficionados. Anotabas los resultados de cada cross o de les piragües, o la enorme lista de premiados en las galas del deporte con esa profesionalidad que no querías atribuirte pero que en este gremio nadie te discutía.

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Manolo Marina pregonó el Certamen de la Avellana de Infiesto en 2011. En la foto con la entonces alcaldesa, Carmen Barrera.

Y, por supuesto, otra cosa que no se nos va a olvidar será tu innata capacidad para la creación publicitaria, plasmada en aquellos cartelones pegados en marquesinas, contenedores e incluso enganchados a los árboles.

En segundo lugar, porque hay personas que pasan por la vida sin manchar ni limpiar (José María García dixit), y tú no tuviste inconveniente en hacer lo primero, cuando tocaba criticar, ni pusiste reparos en ponerte a lo segundo cuando se te pedía ayuda. Y eso, y dejando de lado lo metafórico, nunca se te agradeció lo suficiente.

Y, por supuesto, otra cosa que no se nos va a olvidar será tu innata capacidad para la creación publicitaria, plasmada en aquellos cartelones pegados en marquesinas, contenedores e incluso enganchados a los árboles. Aquellos eslóganes, que parecían haberse elaborado en una agencia pija de Madrid, pero que salían de la cabeza de un pluriempleado que apenas dormía, y que vivía en una villa de provincias cuando internet era ciencia ficción y el marketing era cosa de cuatro multinacionales.

De entre todos ellos, me decías, había uno que te parecía, a ti que nunca te dabas por satisfecho, que te había quedado redondo: Ponga sus pies en nuestras manos. Brillante. Pues mira, Manolo: En esta triste despedida, yo me pongo entero, de arriba a abajo, a tus pies.

Juan Aguado, periodista piloñés