Opinión

Yo quiero ser alemana

... O levantarme mañana con las mismas cualidades de los alemanes, porque con los antecedentes que tengo está claru que no mi darían nunca la nacionalidad.

Quiero ser organizada, disciplinada, trabajadora, estoica, metódica, práctica, frugal y hasta si me apuran, protestante.

Miren que me conformo con pocu, porque lo que de verdad estaría bien es que los países latinos fuéramos todos un pelín alemanes. Que pusiéramos los mismos medios que ellos en potenciar las inversiones, que apoyáramos con recursos el aprendizaje y el trabajo manual al mismo nivel que las actividades académicas o de servicios. Que nos interesáramos por las matemáticas, la ingeniería, el arte, la música, la filosofía, en vez de conformarnos pan pa hoy y jame pa mañana. Que gestionáramos con criterio. Que reflexionáramos más y esbabayáramos menos.

En Alemania se come mal, el clima es desagradable y casi todas las ciudades son bastantes feas, pero cuando llegó la pandemia era uno de los pocos países del mundo que  tenía bastantes camas y respiradores disponibles para afrontar el problema.

Los que se fueron a Alemania en los años 60, no solamente volvieron más ricos que es lo mínimo que se podía esperar después de emigrar para trabajar, también volvieron cambiados y con el esfuerzo la vida les fue mejor, y si me apuran hasta más cómoda.

Los alemanes de hoy no tienen una historia fácil de asumir, por mucho que nadie sepa lo que hubiéremos hecho los demás si en vez de nacer en Parres, en Ponga o en Pimiango hubiéramos nacido en Leindenstadt, pero hasta esa historia la llevan con lucidez, serenidad y sobriedad, que es lo menos que se puede esperar.

Durante bastantes años por trabajo tuve que viajar por Europa.  Siempre estaba encantada cuando me tocaba alguna ciudad alemana, y temía los congresos en Italia, Francia o incluso España, donde nada estaba bien organizado, todo era improvisación y buen rollito y al final acababas hasta las pestañas de arreglar despropósitos.

En Alemania se come mal, el clima es desagradable y casi todas las ciudades son bastantes feas, pero cuando llegó la pandemia era uno de los pocos países del mundo que  tenía bastantes camas y respiradores disponibles para afrontar el problema.

Imagínense por un momento si en vez de un Pedro Sánchez hubiéramos tenido a una Angela Merkel que nos gobernara. Menos original, menos agraciada, menos elegante, menos alta, menos morena, menos despilfarradora del dinero público, sin vacaciones a cuerpo de rey (es un decir) en palacetes de Patrimonio nacional, sin trajes de firma, ni gastos del presupuesto del Estado en peluquería y estética. Y sobremanera trabajando eficazmente a favor de los españoles, de todos y no solamente de los que se arriman o se congracian con el poder. Ya, ya lo sé, no da la imaginación pa tantu. Ni la fe.