Opinión

El muro, como el elogio

La experiencia en la macrohistoria de Gijón demuestra que los vecinos de esta población se oponen por sistema desde el principio a cualquier cambio, incluso con mejora, en la decoración de la ciudad, aunque, pasado el tiempo, la hacen suya y convierten las críticas en defensa a ultranza de las innovaciones, desde la polémica de los apagadoristas allá por el siglo XIX y principios del siglo XX.

Pasó con esculturas como la instalada en El Rinconín y dedicada a la madre del emigrante, que los gijoneses bautizaron como la Lloca, hace cincuenta años, pasó con las peatonalizaciones de las calles del centro y con el Elogio del Horizonte, que los más recalcitrantes bautizaron como ‘el váter de King  Kong’ para desesperación de las autoridades y para jolgorio del propio Eduardo Chillida. Vete a decirles ahora a alguno de aquellos protestones que la escultura no sirve para nada y te escorre a gorrazos por todo el cerro de Santa Catalina.

Ahora, la derecha de Somió, que baila la conga en el Club de Regatas y el nacionalismo playu, que está convencido de que Cimavilla es más turístico que Montmatre, han sumado fuerzas para poner a parir la semipeatonalización del Muro

Es verdad que en su día hubo ocurrencias que duraron bien poco, tras el recochineo de todo Gijón. Por ejemplo, aquella propuesta del alcalde franquista Cecilio Oliver para que la calle Fernández Vallín (la Cuesta Begoña) se subiera en un sentido y se bajara en otro para evitar aglomeraciones o vaya usted a saber las verdaderas razones.

Ahora, la derecha de Somió, que baila la conga en el Club de Regatas y el nacionalismo playu, que está convencido de que Cimavilla es más turístico que Montmatre, han sumado fuerzas para poner a parir la semipeatonalización del Muro y las trabas al automóvil en que se ha empeñado el Gobierno municipal para evitar la contaminación, priorizar a los viandantes sobre los conductores y hacer una villa más ecológica.

En su intento de decretar la utilización abusiva del coche como obligatoria y para que puedan bajar desde lo alto de la zona Este hasta el cogollo urbano en cinco minutos y dormir algunos segundos más, los opositores a la extensión de las zonas peatonales se han movilizado como si no hubiera mañana, se han sacado de la manga una organización, Stopmuro, que dicen que son apolíticos pero tienen en sus listas militantes de Foro Asturias y de Vox como para presentar una candidatura conjunta a las elecciones y. ¡cómo no!, han presentado una demanda en los juzgados, que es la maniobra de los mediocres para tratar de salvar su culo cuando no tienen argumentos democráticos para convencer a la ciudadanía.

Estos comerciantes que se oponen a lo que sea, pero no defienden sus propios negocios, se parecen a los negacionistas que rechazan las vacunas por contrarias a la salud, a pesar de lo que cuenta la historia médica

Y lo más heavy es que algunos comerciantes y hosteleros del paseo del Muro se suman a esta campaña, en contra de sus propios intereses, alegando que pierden dinero y no hacen caja, como cuando circulaban los vehículos a toda velocidad, como si la experiencia de otras peatonalizaciones no les quitara la razón.

Estos comerciantes que se oponen a lo que sea, pero no defienden sus propios negocios, se parecen a los negacionistas que rechazan las vacunas por contrarias a la salud, a pesar de lo que cuenta la historia médica. Que les pregunten a sus colegas de la calle Los Moros, la avenida de Schultz y todas las que se peatonalizaron en Gijón desde que hay gobiernos municipales democráticos.

Esta es ahora la batalla que están dando los partidos de la derecha en Gijón. La perderán, claro y ya veréis como dentro de unos años, la reforma del Muro de San Lorenzo se añade a la lista de gloriosas actuaciones de nuestros poderes públicos, como el Elogio. Al tiempo.