La simpatía no es ningún mérito

Que José María Naveiras, conocido por todo el mundo como Pepe el Ferreiro tenía un carácter endemoniado lo sabe todo el mundo en Asturias, incluido su entorno familiar, pero eso no es ningún demérito para que sean distinguidas sus actuaciones para defender el modelo cultural de museo etnográfico de Grandas de Salime con el título de hijo predilecto de este concejo del suroccidente asturiano.

La excusa del alcalde del municipio, el socialista Eustaquio Revilla, para denegarle este mérito es que no tuvo una vida intachable y no recibió de buen grado el cese en la dirección del museo, propiciado por el propio primer edil que ahora le ningunea.

Nadie puede negar que el Museo Etnográfico de Grandas de Salime va indisolublemente unido al nombre de Pepe El Ferreiro

A mí entender cuando una persona es propuesta para un título honorífico de su concejo es porque ha realizado alguna destacada labor en algunas de las funciones que ha desarrollado a lo largo de su vida. No se requiere, a mi juicio, que tenga la misma simpatía que Chiquito de la Calzada o que cuente de puta madre los chistes de gangosos. Conque haya sido un pionero en su trabajo y haya dado a conocer el nombre del pueblo por toda Asturias y parte del territorio nacional es suficiente, en mi opinión.

Nadie puede negar que el Museo Etnográfico de Grandas de Salime va indisolublemente unido al nombre de Pepe El Ferreiro. Él lo impulsó, lo desarrolló y hasta fue su alma mater durante unos cuantos años. Es posible que haya cometido errores, como todo bicho viviente, e incluso, torpezas gestoras, pero considerar que las mismas son un obstáculo para el galardón me parece una exageración propia de un adversario envidioso.

Además, Eustaquio Revilla procede con su negativa a tramitar el título de hijo predilecto a una especie de censura moral por habérsele opuesto en más de una ocasión sobre asuntos relacionados con el mismo museo. Que no haya recibido su cese con agrado no parece ser razón suficiente para demonizarle, porque no es el primero, ni será el último, gestor público que cuestiona su despido.

No es, precisamente, Eustaquio Revilla, un ejemplo de hombre de consenso en su propio municipio, pues son bien conocidas sus algaradas con la Consejería de Cultura por el nombramiento como director del Museo de Francisco Cuesta, que era su preferido para suplir a Pepe el Ferreiro en ese cargo. Como todo alcalde, Revilla también protagonizó algún sonado desencuentro con vecinos de Grandas por diversos problemas relacionados con la gestión del concejo.

En un concurso de personas amables, estoy convencido de que Pepe el Ferreiro, que en paz descanse, no optaría al primer premio y que su biografía personal tuvo más de una contradicción, como la de la gran mayoría de los asturianos. Pero al premio tampoco se debería presentar Eustaquio Revilla por las mismas causas. Aclarado que ambos son tipos problemáticos, ni Eustaquio Revilla merece por su forma de ser que le descabecen de la Alcaldía de Grandas ni Pepe el Ferreiro que se le impida el nombramiento de hijo predilecto del municipio. Si preguntamos en una encuesta entre españoles fuera de Asturias quien de los dos es más conocido, yo no dudaría en absoluto en la respuesta. Por supuesto, Pepe el Ferreiro.