SOCIEDAD

La dulce revolución de Josep Pàmies congregó a más de 500 personas en Nava

Dos horas antes de comenzar la charla el público se apelotonaba a las puertas del Hotel Villa de Nava
POR TAMARA LLAMEDO

Jospe Pàmies estuvo en Nava

 

Josep Pàmies llegó el domingo a Nava precedido por la polémica que generó su charla sobre buena salud y plantas medicinales; una conferencia que el Colegio de Médicos de Asturias trató de censurar sin éxito. De esta manera, numerosas personas que desconocían quién es Pàmies se enteraron de su existencia e ideas, pintadas frecuentemente con adjetivos calificativos tendentes a lo negativo: charlatán, mentiroso, embaucador… a él todas estas etiquetas le resbalan como el agua porque está convencido de la autenticidad de lo que expone, cree en ello con pasión y no piensa callarse por muchas amenazas que caigan encima de su persona o de los actos que protagoniza.

Aunque la charla estaba prevista para las 6.30 de la tarde, a las 4.30 las puertas del hotel Villa de Nava estaban a rebosar de gente que esperaba para coger sitio. Y aunque el salón se llenó con más de 400 personas, alrededor de 100 tuvieron que quedarse fuera por falta de aforo.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

En la charla se habló de libros sobre salud natural y se desgranaron las propiedades de plantas  comunes como la ortiga, la celidonia, el aloe vera, la milenrama o el diente de león, y de otras menos conocidas pero igual de beneficiosas como el kalanchoe, la stevia o la artemisa.

Escuchándolo había personas de todo tipo, jóvenes, mayores y de mediana edad, que participaron de un interesante coloquio en el que se expusieron preguntas y se aportaron testimonios de curación de enfermedades gracias a la botica natural, que son las plantas. Un intercambio de saberes y conocimientos que se alargó hasta las diez de la noche.



Pero, ¿quién es Josep Pàmies?



Se presenta a sí mismo como un agricultor jubilado sin nada que perder, que trabajó toda su vida el campo y que un día, después de 40 años, comprendió que los productos que echaba para matar plagas, malas hierbas o hacer crecer sus cultivos eran venenos que no sólo no favorecían la cosecha, sino que la mermaban, venenos que acababan en sus verduras y hortalizas y eran ingeridos por él y las personas que las consumían. Ahí empezó su transformación hacia lo ecológico,  que trajo como consecuencia  mejores tierras, el incremento de la producción y la mejora de su salud. De esta manera se dio cuenta de que había estado engañado, se convirtió en agricultor indignado y decidió hacerse portavoz de un cambio, trasmitiendo los conocimientos adquiridos por su experiencia y contando su verdad y la de muchas personas, entre ellas médicos, que piensan como él pero no pueden rebelarse por temor a las consecuencias.

Así empezó lo que él denomina una dulce revolución, que pretende ser como lluvia fina, que cae despacio y que, lentamente, va mojando la piel de cada vez más personas que abogan y buscan cambios hacia lo natural.

Josep sigue siendo agricultor, aunque asegura que nada es ya suyo y que él sólo es un jubilado que promueve y difunde un mensaje hacia lo natural, hacia el cuidado de la salud. Y, desde esa base, su discurso, como quien tira de un hilo muy largo, se convierte en denuncia apasionada de la industria alimentaria, farmacéutica y médica.

Josep conoce las propiedades de las plantas y de los alimentos, y cree convencido que el reto al que tenemos que enfrentarnos es al de prevenir las enfermedades antes que curarlas. Afirma que esto se logra través de una alimentación saludable, de cercanía y ecológica, y a través de la toma de infusiones y el uso de plantas que están al alcance de todos, que se han usado siempre y que tienen numerosas propiedades que se ocultan para que, en lugar de consumir un producto natural y gratuito, compremos medicamentos que dañan nuestro organismo y tienen efectos secundarios. Y esto pasa porque no se puede patentar una planta, por lo tanto no interesa que se sepan sus múltiples usos para mejorar la salud.

Muchos han tachado a Josep de peligro para la salud pública, distorsionando su mensaje y haciendo llegar la idea de que habla de curar enfermedades graves con plantas milagrosas, cuando de lo que habla es de una medicina tradicional que puede combinarse con la convencional.Pàmies habla de informarse, de no tener miedo, de autosuficiencia, de explorar alternativas para poder escoger la que más nos convenza, de intercambio de testimonios que generen conocimiento, de opciones silenciadas, de cambios saludables y de que la sanidad incluya en sus protocolos plantas que siempre han sido usadas por nuestros antepasados por sus numerosos beneficios.  Y como sus ideas chocan contra los muros de intereses económicos de la industria farmacéutica, que él define «como más preocupada por obtener ingresos que por generar salud», esta industria y todos sus secuaces buscan la manera de convertir a Josep, y a las personas que como él promueven un cambio, en el coco que asusta a los niños por las noches.

Su mensaje interesa cada vez a más personas, como quedó demostrado el domingo en Nava, y a él le gusta resumirlo en una frase atribuida al padre de la medicina, Hipócrates: que tu medicina sea tu alimento y el alimento tu medicina.