OPINIÓN

Máximo, un grande de Arriondas

El ex directivo del CODIS, Carlos Tejo, despide con unas emotivas líneas a su amigo Máximo Llamedo


«Tenía la personalidad y socarronería de su hermano Ramón "el Roque" y el tesón en el trabajo de Emilio»

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¿Qué, Tejin, cómo andamos? Era su forma de interesarse por la familia, por el trabajo, por los demás. Máximo Llamedo era de conversación fácil e inteligente. Cariñoso con mi familia, ya con mi padre, en los lejanos años cincuenta vividos en Arriondas y, lo sé, amigo fiel de una multitud de vecinos. Era para mí, además, tengo que decirlo, el hermano de  mi querido amigo Emilio. Sí, también de los demás hermanos y hermanas, pero para mí, con Emilio formaban el dúo perfecto de hermanos. El no estar en primera fila de Máximo no le restaba carisma. Tenía la personalidad y socarronería de su hermano Ramón (el Roque) y el tesón en el trabajo de Emilio. 

Fue en 1984. En Agosto se cumplirán 30 años. Aquel año en el que el equipo de Emilio Llamedo cumplía su sexta temporada como Organización del Sella iba a ser especialmente emotivo para Maximo y su mujer, la riosellana María José, “La Nena”. Sus hijos Máximo y Emilio se proclamarían vencedores del Descenso Internacional del Sella. Recuerdo que, subido en una lancha con el periodista de Radio Nacional, Carlos Rodríguez, hicimos el último kilómetro pegados a ellos, hasta la meta. En aquellos años no existía todavía el pódium junto al puente de Ribadesella y los premios se daban todos en los Campos de Oba. Todo esto viene a colación porque los vi llorar. Sí, abrazados Emilio y Máximo se fundieron entre ellos con lágrimas nada disimuladas, y yo estaba allí, de testigo. Hoy, su familia, y la mía, estamos algo más huérfanos.

En este día en el que sabemos que Máximo se encuentra con su hermano Emilio, en ese Norte al que algunos llamamos Cielo, con todos los que les precedieron, se me apetece tener para él el más feliz de mis pensamientos, el de el Máximo que nos hacía reír con su frase siempre certera, con su humor inteligente, improvisado y nada hiriente.

¿Viste donde fui a caer, Tejín? En Ribadesella. A lo que yo le contestaba ¿Sabes quién te recogió allí, cuando caías?: La Nena. Y nos reíamos los tres.

Y aquella frase suya cuando nos cruzábamos con algunu que se hacía el despistáu: “Anda gachu, no ves que camina mirando pa la bragueta…Si ho, esti e un suave”

Cuanto me alegraría un triunfo en el Sella de su nieto Milín. Si eso llega y se pone a llover es que hubo un abrazo de dos hermanos, como en Oba, en el 84.

“Esto se acaba” le dijo a su sobrino Emilio, pocos días antes de que se nos fuera. Máximo no llegó a San Juan. Ya no había más leña que quemar.