Alejandro Reimóndez

Historia de una pesadilla

Reimóndez cuenta, en primera persona, que se siente cuando te imputan de manera injusta


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25 de febrero de 2015. Ese día comienza una pesadilla que nunca hubiera imaginado tener que afrontar.
6:20h en Washington D.C., donde vivo y trabajo en el sector privado desde hace ya más de tres años. Recibo un mensaje en mi teléfono: “Mira la prensa, vienes en portada”. Extraño, porque desde mi retirada política en 2011 no he vuelto a salir en los medios, siguiendo una regla que considero fundamental, como es el respeto a los que están haciendo ahora su trabajo político.
Se me cita, como parte de una investigación policial, como beneficiario del pago de un viaje a Madrid en 2010 por parte de una empresa. La noticia se acompaña con su correspondiente foto y hasta gráficos-mapas en algunos medios para que quede bien clarito ante los ojos de todo el mundo.
Aunque habían pasado 5 años, no tuve que hacer memoria. Nunca he aceptado regalos, viajes ni nada parecido ni antes, ni durante ni después de mi etapa como alcalde. Todos los contratos municipales de los que fui responsable fueron siempre adjudicados con todas las garantías legales y en legítima concurrencia. Reglas políticas básicas que siempre he seguido.
Sin embargo, a estas alturas de nuestra historia y en nuestro país, si no demuestras lo contrario eres culpable, y más en el ambiente político actual. Qué pena.
6 de marzo de 2015. Mensaje en mi teléfono: “Imagino que ya verías la prensa”. Imputado judicialmente junto con otras 23 personas por los hechos antes relatados. Lo primero que pensé es que cómo es posible estar imputado por un hecho que nunca existió. Después te convences a ti mismo de que es lo mejor para poder demostrar tu inocencia. Pues no, tampoco me iban a dejar demostrar nada.
9 de abril de 2015. Mensaje en mi teléfono: “Enhorabuena, ya no estas imputado”. Ese día la prensa publica el auto judicial y dice que me “sacan de la lista de imputados”. El motivo es que los presuntos delitos ya han prescrito (en cuyo caso ya estaban también prescritos cuando me imputaron).
Durante el tiempo transcurrido entre la primera y la última noticia he contratado un abogado, he firmado poderes para que pudiese personarse en la causa ya que resido en el extranjero, he cancelado mis vacaciones en previsión de tener que ir a declarar al juzgado y he pasado un calvario a más de 6.000 Km de distancia.
Nunca supe nada de ese viaje. Yo estaba aquel fin de semana en Ribadedeva, de lo cual hay múltiples testigos. Pero no es sólo que no fuera, es que nunca supe que existió hasta ahora. Una agencia de viajes utilizó mi nombre para reservar una habitación, que el informe policial ya dice que “según responsables del hotel la reserva fue cancelada”, y comprar un billete de avión que no fue utilizado, tal y como Iberia ha confirmado: “De acuerdo con su solicitud, le confirmo que no tenemos constancia de que usted figurara embarcado  en nuestros vuelos IB0475 de Oviedo a Madrid del pasado 20 de marzo de 2010, e IB0490 de Madrid a Oviedo del pasado 21 de marzo de 2010), certificado que adjunto a este escrito.
Si escribo esto ahora, una vez confirmado que no seré llamado a declarar, es debido a la imposibilidad que he tenido de defenderme en los tribunales; a que todo esto de los regalos esta en las antípodas de mis convicciones políticas y a que creo que se lo debo a toda la gente que se ha puesto en contacto conmigo o mi familia para decirme que, a pesar de lo que se ha dicho, creen en mí y en mi honradez. Pero también porque he experimentado personalmente algo que ya sospechaba: algo falla terriblemente en una sociedad cuando un individuo pasa por todo esto y es juzgado públicamente, sin opción a defenderse de lo que se le acusa, sin que ni tan siquiera existieran los hechos que se le imputan.