Opinión

Del significante vacío

Filosofía Pequeña

Te he escuchado cosas que nunca imaginaría, seguramente tú tampoco si te escuchases. Has proferido absurdos e incoherencias, exabruptos y blasfemias, en pleno arrebato, pero ya dura mucho este empuje. Te miro y no pierdo la esperanza porque en tu retahíla surgen pequeños lapsus linguae –«esas cadenas de radio que escucho»–, aunque tampoco me hago ilusiones. Cada palabra de rabia, cada oración agrietada, me descoloca; no obstante, al rato, meditando sobre ello, tras una o dos vueltas, he llegado a colegir que quizá los significantes vacíos tengan algo que ver, quién lo iba a decir.

España, nuestra España, se ha convertido en un significante vacío en la lengua de demasiadas bocas, algunas demasiado cercanas

El significante vacío es simplemente un signo sin semántica, esto es, vacío de significado, como un «gamusino». Pudiendo significar todo, queda en espera de significar algo, como la «libertad«, que de tanto manosearla ya no se sabe muy bien de qué va vestida. Laclau lo propuso como contenedor donde recoger todos los desasosiegos de quienes se ven inválidos entre tanta marejada existencial. En el fondo, lo que queremos son seguridades y, a falta de referentes claros, flotando en la liquidez de la modernidad, arrejuntarse al favor del significante vacío da cierta paz. Ahora bien, para cruzar el umbral, primero hay que pagar, así son los contratos. Cuando cobramos la estabilidad, pagamos en coherencia, que esto no es cosa de silogismos, sino de emociones, aunque al que mira desde la lógica le resulte bochornoso.

Me dices que España es lo primero, que ya solo con escucharlo me dan escalofríos, pero no te inmutas si esos a los que votas venden el país en pedazos a multinacionales sin patria, feligreses del dólar

La vida no es fácil; te han prometido según qué cosas y nunca se han llegado a cumplir, o nunca has sido a ajustar lo que has imaginado con lo que sucede. Estudias, pero no se luce en la nómina. Te esfuerzas, pero se sigue resistiendo el tamaño del apartamento. Le aplicas horas, pero el día tiene las que tiene y tu vida es, ciertamente, miserable. Rabia. Del estómago asciende una inflamación en color ocre que te hace preguntar con poca prudencia que qué cojones pasa. Entonces el susurro cobra espesor y la bandera se va pintando: esto no es lo que era, amigo, alguien lo ha torcido, todo está desvirtuado y donde había claridad ahora solo hay mujeres que te escupen tu machismo, negros que te roban tus trabajos y tus hembras, jóvenes sin callos entorpeciendo el tráfico y ensuciando tu acera e independentistas que no quieren hablarte en tu idioma. Porque todo esto es tuyo, ¿acaso no has nacido aquí? Ya está bien, te dices; y puedes hacer algo, te repites; recuperarás la gloria pasada de tu gran patria, te insistes. Podrás volver a levantar la cabeza porque ciertamente tu andar es humillante. Eso es lo que hace falta, y lo ves cristalino, volveremos a ser grandes, te dices… O te dicen. Para entonces, el más listo de la clase ya se ha hecho contigo mientras escoltas al aroma de sus soflamas y sus colorines.

Yo he escuchado a niñas y no tan niñas declararse antifeministas, y te oigo afirmar que esas bolleras quieren ponerse por encima del hombre porque odian a los que como tú tenéis pene, dónde se ha visto, y añades que por culpa de tanta feminazi aumentan los abortos

España, nuestra España, se ha convertido en un significante vacío en la lengua de demasiadas bocas, algunas demasiado cercanas. No recoge una visión a futuro, que es demasiado brumoso, sino a pasado, que tiñe en rojo sangre, sea por la guerra y el franquismo, sea por el toro agonizante; pero eso al menos es un color, y no es poco para ti, que sufres de desasosiego, que es miedo. Ante la zozobra, te parece obvio meter la mano en el cuenco de la tradición, que como es de arcilla, con un poco de calor inflamado puede ser moldeada con espinas de rabia. En el zarzal cabe todo, aunque sea la lógica la que se desangre.

Yo he escuchado a niñas y no tan niñas declararse antifeministas, y te oigo afirmar que esas bolleras quieren ponerse por encima del hombre porque odian a los que como tú tenéis pene, dónde se ha visto, y añades que por culpa de tanta feminazi aumentan los abortos. También aumentan los contagios, que mira que ir a manifestarse con la que está cayendo. La mujer española de verdad, la que se comporta Dios aconseja, sabe que ya ha logrado los avances que necesitaba y se ocupa de la crianza sin tanto ruido mientras puede trabajar, que es lo natural y justo. Por culpa de tanta ligerita las niñas van vestidas como van, provocando, que cogen ejemplo de esas sucias con las tetas al aire; después protestarán cuando pase lo que tiene que pasar. ¡Ay! La familia, ¿dónde queda la familia tradicional? Hay que recuperarla. Padre, madre y niños. Ahora que te han dejado plantado y tienes que hacerte la cena lo ves mucho más claro. La mujer es madre y esposa, que es lo que Dios manda, ¿acaso no tienen vulva y útero? Menos feminazis y más familia, pero de esa que te agrada, la tradicional, no la de los maricas. Eso solucionaría tu soledad; por otro lado, también explicaría por qué das pena.

Yo te escucho decir que España es muy importante para ti, así, ya sabes tú, compacta y homogénea, concretamente como a ti te cautiva, como a ti te deja tranquilo, grande y una. Algunos andan con el que si se van, que si se quedan, que si quieren más prebendas… Privilegiados por tanto lloriqueo… Y tú sin trabajo. Gentuza. Total, que mejor que los rojos chavistas y los nacionalistas-independentistas-etarras periféricos dejen de votar y de presentarse, que son peligrosos. Ilegalizarlos no te suena a disparate, aunque eso se lleve por delante a buena parte de los españoles. Un buen 155, eso es lo que necesitamos. Mano dura. Como Adriano con los judíos, sin contemplaciones. Eso solucionaría las tonterías bolivarianas y que no tengas trabajo; por otro lado, también explicaría por qué no quieren seguir en un país con gente como tú.

De verdad que te quiero y te quiero comprender, pero no es fácil seguir tu discurso, hay demasiado que desmontar y no me siento con energía. Las misma fuerzas que hinchan tu pecho y platean tu espalda al son del himno se me escapan a mí por los oídos al atenderte.

Me dices que España es lo primero, que ya solo con escucharlo me dan escalofríos, pero no te inmutas si esos a los que votas venden el país en pedazos a multinacionales sin patria, feligreses del dólar. Me dices que España es lo primero, y me siguen dando sudores fríos, pero no te importa votar a los ladrillos que tapian costas y valles. Me dices que España es lo primero, y me mareo, pero no apoyas las energías solar ni eólica, cosas de ecologistas, dices, de las que reconoces que tenemos recursos de sobra, ancha es Castilla, pero los españoles no somos hippies del cumbayá, sino emprendedores serios, como serio es el gas y el petróleo, aunque sea seriedad extranjera. Me dices que España es lo primero, y me tengo que sentar, así que los inmigrantes de color sureño mejor que vayan buscando la salida en la misma patera en que llegaron porque carecen de un papel y del buen uso del español a pesar de que recogen nuestras frutas; no obstante, los más norteños y pálidos no te importunan tanto, que para ellos tenemos unos cuantos camareros españoles que han estudiado inglés. Me dices que España es lo primero, y yo ya voy recogiendo, que te avergüenzan los sainetes propios de La vida de Brian de la izquierda, que al otro lado es todo orden, aunque sabes lo del 2008 de las políticas neoliberales, sabes de las cloacas del estado, sabes lo del capitolio en Washington, sabes de los tránsfugas y sabes de la corrupción, pero ya tal. Me dices que España es lo primero, aunque por suerte ya escapo con unas pocas fuerzas mientras escucho a lo lejos que ese que sale por la televisión diciendo algo del bien común es un caradura y un comunista. Faltaría más, atreverse a hablar de defender lo público, de lo que pertenece a todos los españoles. Qué ordinario.

Finalmente, te escucho a ti, que eres sensato, que vas a votar a esos que se escoran tanto a la diestra porque, claro, ya sabes tú, no te queda otra, España es muy importante y solo ellos la defienden, date cuenta de cuántas veces la mentan, así que qué más puedes hacer, pero a estas alturas ya no sé muy bien de qué hablas. Es el significante vacío. Gamusino. Es tu zozobra. Es tu desasosiego a buen recaudo en manos del más listo de la clase. Con sorna y poca gana, contesto eso de «soy Pacón, soy mucho español, ¿a qué quieres que te gane?». Total, ya no significa nada.