Opinión

Dulce cultura

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photo_camera Ignacio Bosch, Dulce María Prida y Manolo Martínez en uno de los muchos actos culturales que la parraguesa coordinó en el Parador de Cangas de Onís

Conozco a Dulce Prida desde hace décadas. Ella hizo que La Cultura en el Parador se convirtiera en algo dulce. La biblioteca del insigne establecimiento turístico fue durante los últimos años de su vida más que una distracción, su gran pasión.

Su periplo Cultural en el Parador de Cangas de Onís fue de altos vuelos, y va a costarles mucho a sus sucesores rellenar el hueco que dejó con su triste fallecimiento. El Covid hizo retrasar el acto que el viernes pasado pudimos disfrutar, un año después en la iglesia del Monasterio de San Pedro de Villanueva que alberga el Parador. Una placa ya da el nombre de Dulce María Prida a la Biblioteca del Parador.

Tenía dos razones fundamentales para ir:

1.- Dulce María era amiga y vecina de Fíos.

2.- El director del Parador me había invitado y no podía dejar de ir. Ignacio Bosch es un profesional como la copa de mil pinos, y obtiene unos resultados estupendos. El Parador de Villanueva de Cangas  fue galardonado en más de una ocasión como el mejor de toda España.

La Biblioteca del Parador de Cangas de Onís ya lleva el nombre de Dulce María Prida.

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El homenaje póstumo a Dulce

El presentador del acto fue el MAESTRO Ángel Lueje. Éxito asegurado. Madre mía que facilidad para hablar en público.

Lo primero y, a modo de introducción, se proyectó un vídeo sobre muchos momentos de la vida de Dulce y su relación cultural. El veterinario César Cifuentes,vecino de Villanueva de Cangas de Onís, fue su excelente autor.

Después Lueje nos fue presentando a los intervinientes en el singular acto.

Suena el violín de Martín Fernández, a la par que el armonio de Fernando Álvarez, organista de la Basílica de Covadonga. La pieza escogida “A mi manera”.

De la mano de José Manuel Aladro y su magnífica ejecución a la guitarra escuchamos “A galopar”, de Rafael Alberti.

La esposa del director del Parador, Nuria González, nos deleitó con un fado portugués  precioso: Locura.

Dorothy Guillet, excelente soprano y compositora,  ejecutó magníficamente el Ave María de Shubert

Pilar Bestford recitó el emotivo poema La Tristeza del Inca.

Y cerró el evento cultural La Escolanía de Covadonga –que tanto le gustaba a Dulce– Estuvo magníficamente dirigida por el parragués Jorge de La Vega Laria.

 Fue un acto de muchísimo nivel, que seguramente Dulce, desde tribuna mas alta, disfrutó como todos nosotros.

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