Opinión

El “entierro” de Fidalgo en Colunga

Fidalgo, Hio Predilecto de Colunga
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photo_camera Fidalgo hijo predilecto de Colunga

José Antonio Fidalgo ha sido “enterrado” en Colunga, agradecido y engrandecido. A sus 80 años,  el Ayuntamiento y, por unanimidad, lo nombró Hijo Predilecto de Colunga, es decir, el mejor paisano de Colunga nacido en idem. Los otros nombramientos oficiales ––Hijos Adoptivos–– son para aquellas personas que sin ser, en este caso de Colunga, son los mejores. Hace Fidalgo el número tres de los hijos predilectos después del militar Vigón y don Paco Grande Covián, que da nombre a nuestro Hospital Comarcal.

¿Por qué pongo este titular tan fúnebre en un momento de alegría? Les cuento, amadísimos y queridísimos parroquianos:

El acto del nombramiento de Hijo Predilecto de Colunga se hacía en la iglesia Parroquial –– llena a rebosar–– y el “muerto” en este caso era el genial José Antonio Fidalgo.

El acto era muy similar a un entierro, pero con el “cadáver” vivo y también presente. No en caja al uso, no. En este atípico “entierro” el finado disponía de atril pa explayase.

Cuando muere una alta personalidad, el número de curas oficiantes y arengueros presentes es infinito. Todos echan arengas, hacen loas al ilustre finado y, la familia se emociona. Talmente parece que los curas en los entierros quieran siempre resucitar al muerto.

Intervino al comienzo del “entierro” un spiker ––coleta incluida–– que glosó la figura del galardonado. El pobre hombre no se desmelenó, porque la coleta iba muy bien peinada, pero tuvo que desmelenarse a la hora de glosar a este insigne colungués. Es que el curriculum de Fidalgo apabulla y uno llega a pensar: caramba, este hombre no tuvo tiempo para dormir. Escribir doscientos libros de texto, o más. Otros 80 de cocina, dar clases, echar pregones...

Para mi, una de las facetas más interesantes y que probablemente a muchos  les pasó inadvertida, es que Fidalgo fue uno de los mayores artífices de un gran centro que se llamaba la Escuela de Hostelería de Oviedo, de donde salieron excelentes profesionales.  Y como funcionaba tan maravillosamente, en un lugar de ensueño – el Campo de San Francisco– ya tuvieron que venir los presuntos ladrones políticos de Oviedo a cerrarla. Querían hacer un aparcamiento subterráneo y si no cerraban la Escuela de Hostelería, pues otro impedimento. Eso nos lo recordó magistralmente Rafael Secades, que allá por los años ochenta del siglo pasado fue Presidente de la Asociación de Hostelería, que lucho por dignificar la profesión buscando pasar de ser chigrero y dar comidas (que es lo que existía allá por los 80 del siglo pasado)  a ser Empresarios de la Hostelería. Durante más de una década, Rafael Secades fue presidente de la Asociación de Hostelería de Asturias. Dijo en una alocución muy acertada de  Fidalgo, lo siguiente: “a principios de los años 90 llega a Oviedo la Escuela de Hostelería, cuyo único objetivo era la formación, formar bien a las nuevas generaciones con un plan de estudios homologado con centros hosteleros internacionales como Lausanne o Toulouse. José Antonio Fidalgo es principalmente un profesor, un pedagogo, experto en gastronomía y con la Escuela de Hostelería colaboró gratuitamente desde el primer año. La Escuela de Hostelería ha sido un éxito sin precedentes en Oviedo” apuntó Secades en un momento de su  exposición. También intervino de forma acertada el Cronista oficial de Cudillero, Juan Luis Álvarez del Busto, colega de Fidalgo en ese asunto, que le dedicó unas bonitas palabras e incluso desglosó su primer apellido de una manera singular. La alcaldesa hizo un discurso entrañable, concreto y eficaz. No la pierdan de vista, porque si Rogelio Pando fue un buen alcalde, esta señora lo superará en poco tiempo. Tuvo buen profesor, pero salió una excelente alumna.

Al final, y dentro del mismo recinto eclesial, el “finado” presente, pero vivito y coleante,  pudo hacer lo que nadie puede. Ni Papas, ni Popes, ni magnates. Incluso jefes de Estado o personalidades de alto rango. Fidalgo es mucho más que eso y, en este singular  “entierro” pudo echar su emocionada arenga. Nunca vi a un hombre tan emocionado ––como pa no––, y después de dar las gracias mil veces, yo le digo:

Fidalgo, eres tan buena persona y tan extraordinario que tuviste un “entierro” en tu Colunga natal, que ni Vigón, ni Grande Covián lo pudieron tener.

Los que estábamos allí llorábamos de alegría –yo al menos– y no parábamos de aplaudir en pie a un buen hombre, siempre dispuesto a ayudar. “Estoy como en una noria” decía el nuevo Hijo Predilecto de Colunga, y es que la noria es una atracción de las más bonitas del mundo. Recuerdo de niño en la del Prater de Viena, allá por tierras Austriacas, lo bien que se ven las cosas desde allá arriba. En la noria cada poco vuelves a la tierra para ascender a los cielos, justo el lugar donde mi particular finado estaba el día de su nombramiento.

Pido disculpas a los parroquianos que no me entiendan o que crean falté el respeto a un sabio y mucho mejor: un PAISANU, para mi la más alta distinción que puede tener un Asturiano.